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Actualizado: 23 oct 2017 / 20:40 h.
  • Hinchándose de trabajar
    Algunas de las partes en las que se articula la macroestructura de globos con la que ha obtenido una nueva inscripción en el Libro Guinness en China (foto y siguientes). / El Correo
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Aparte de los beneficios espirituales que reporta producir un espectáculo prodigioso, colorista, divertido, fascinante, bello, creativo y original, el dedicarse a componer enormes maravillas con globos de colores tiene el aliciente añadido de que, si uno se queda exhausto y sin aliento de tanto currar, siempre se puede comer su trabajo. Lo que se viene llamando tomar el aire. Pero en el caso de Pablo Muñoz no es así: en su caso, hincharse de trabajar tiene una singular literalidad. Tanto, que acaba de inscribir su nombre en el Libro Guinness de los Récords al participar, junto a un equipo de 44 personas, en la construcción en China –dónde si no– de la mayor escultura de globos jamás producida: nada menos que un enorme zoológico construido con 473.000 de ellos, y donde aparecen todo tipo de especies, hábitats, cascadas, plantas y demás ambientación. Hablando con él ayer, no parecía especialmente sobrecogido por el reconocimiento. Será, tal vez, porque el año pasado ya consiguió lo mismo, en la misma ciudad de Xiamen. «Sí, entonces hicimos un proyecto más chiquitito, pero fue el primer Guinness. Fue recrear una ciudad china, con sus pagodas, sus parques, su parte nueva y su parte vieja... En total, 365.000 globos».

Habla en plural porque trabaja con un compañero, con quien conforma la compañía sevillana Globusclown. El itinerario que hay que seguir para comenzar retorciendo globos en Sevilla y acabar coronándose con un récord de aúpa en la China de los excesos no está especialmente bien señalizado. En su caso, se dejó guiar mucho por dos brújulas esenciales para alcanzar el éxito: la intuición y, sobre todo, la constancia de la vocación. «Yo llevo viajando a congresos de globos desde 2003. Tanto por Europa como por EEUU. Conoces gente, te metes dentro de un círculo de gente aquí en España... Cuando el director del evento ha venido a trabajar a España he entrado en ese círculo de trabajo y luego pues he dado el salto a los proyectos internacionales».

Las imágenes de esta última superestructura globlera son muy elocuentes de la magnitud, la complejidad y la inspiración requeridas para conseguir tal resultado: el llamado Zoológico Mundial de Globos. Allí, como informa globusclown, había que participar con una sola figura, por lo que todas las partes están unidas mediante hilos: los animales, los muros y suelos, los ambientes... Expuesta al público durante diez días, esta atracción de aire y goma recrea espacios de fauna de los cinco continentes, desde el mundo submarino de Australia hasta las selvas sudamericanas, el Gran Cañón y el mundo ártico, pasando por Europa, África y Asia. En total, más de trescientos animales. Efectivamente, hincharse de trabajar,

«Globusclown soy yo, en realidad», explicaba ayer Pablo Muñoz. «Llevo trece o catorce años de autónomo y ahora hace poco he contratado a un chaval que picoteaba antes conmigo siempre y ahora lleva tres meses con contrato fijo», contaba. «Mi trabajo en qué consiste: pues ahora estoy rellenando papeles para entrar a trabajar en centros comerciales. Y luego tengo que diseñar herramientas porque esta semana tenemos decoraciones en centros de bricolaje, y me han pedido que haga en globos una llave inglesa, una llave fija, una llana, un taladro...; entonces, estoy diseñando en el ordenador las figuras. Mientras, mi compañero está llamando por teléfono buscando clientes y mandando información. Así es como transcurre nuestra mañana. Pidiendo globos..., en fin».

Experto en globoflexia, y con varios premios obtenidos por su virtuosismo en la materia, Muñoz se reconoce desde su más tierna juventud –ahora tiene 37 años– como un hombre del espectáculo, del arte y de la interpretación: teatro, pasacalles, risoterapia... Su currículum está lleno de intentos de aportar algo diferente; algunos de ellos, tan exitosos como para establecer un récord. «Vivo de esto», afirmaba. Vivir del arte y de la creatividad. Algo muy de Guinness.