Con la primavera llegan un año más los inconvenientes para un amplio sector de la población, en concreto el 25 por ciento que padece algún tipo de alergia –vendría a ser medio millón de sevillanos en toda la provincia– y el casi 90 por ciento que sufre alguno de los síntomas relacionados con la astenia –la friolera de 1.800.000 sevillanos–. Se trata de problemas muchas veces coincidentes: «Cuando a un paciente que sufre una alergia se le junta esta con los síntomas de la astenia, ya la hemos liado», resume el doctor Miguel Martín Almendros, coordinador del grupo de trabajo de Fitoterapia de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
Y, sin embargo, nada tienen que ver alergia y astenia. De entrada, la primera está catalogada como patología mientras la segunda no es sino un «trastorno adaptativo». Los síntomas de la alergia son más perceptibles: conjuntivitis (lagrimeo, picor y enrojecimiento de ojos), rinitis (congestión y secreción nasal, estornudos), urticaria (picor, enrojecimiento, inflamación o hinchazón de piel), asma (tos, silbidos en el pecho); los de la astenia, menos: desgana, apatía, cansancio, sueño, falta de apetito, ausencia de libido. Vayamos por partes.
Los alérgicos son en España unos 16 millones de personas, pero el espectro de enfermedades es diverso y en cada área afecta de un modo particular: «Es un fenómeno muy local», explica el doctor Pedro Guardia, jefe de Alergología del hospital Virgen Macarena y miembro de AlergoSur. Pese a los augurios de «una primavera intensa en el suroeste peninsular» por parte de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), Guardia explica con los datos en la mano que la temporada se presenta en Sevilla «bastante tranquila». Y es que las estaciones aerobiológicas del Macarena y del hospital El Tomillar arrojan unos niveles de pólenes ínfimos a día de hoy, si se cotejan con los del año pasado y, sobre todo, 2014, que «sí fue un año muy malo».
En este primer tramo de la primavera afectan especialmente el polen del ciprés y del plátano de sombra; luego vendrán el del olivo y las gramíneas, que son los que más víctimas se cobran en estas tierras: «Por ahora no hay niveles significativos», recalca Pedro Guardia. De olivo están en 4 gramos por metro cúbico de aire (provocan síntomas de 150 para arriba) y de gramíneas, en 2,5 (a partir de 50 afecta a pacientes sensibles), si bien los picos suelen darse a partir de mediados de abril y hasta entrado mayo. «Es posible que vengan varios días de sol y viento y exploten los niveles», advierte, pero «mi experiencia de muchos años me dice que cuando hay un otoño y un invierno con poca lluvia la primavera no es mala para los alérgicos», añade el reputado alergólogo.
En todo caso, unos consejos prácticos que los alérgicos deben tener en cuenta serían: cerrar las ventanas de casa y ventilar al mediodía y por poco tiempo; ducharse y cambiar de ropa al llegar a casa; utilizar gafas de sol en el exterior y mascarilla que cubra la nariz y boca en días de alta polinización; y, resulta obvio, no automedicarse sino acudir a un especialista.