La Exposición Universal del 92 dejó en Sevilla infinidad de símbolos y elementos que perduran en la Cartuja y en la memoria de una ciudad que avanzó a pasos agigantados gracias a este evento. Uno de esos símbolos que trajo la Expo y que aún se puede ver es la maqueta del cohete Ariane 4, que se instaló en el pabellón del Futuro y que se encuentra en un estado ruinoso.
¿Cuántos niños preguntaron durante la celebración de la Expo cuándo despegaría el cohete? Esos niños, que ahora son adultos, ven como esa réplica está más cerca de pasar a la memoria colectiva de una ciudad, que a catalogarlo como monumento de la misma.
Durante 2019, Sevilla ostenta la presidencia de la Comunidad Ciudades Ariane, que está formada por una veintena de ciudades y otras empresas europeas vinculadas a la industria aeroespacial. «Entre sus objetivos está sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia del sector espacial y divulgar los conocimientos desarrollados por la industria aeroespacial» cuenta el alcalde de la ciudad, Juan Espadas, en su carta de presentación en la web Sevillaciudadariane.org.
Llamativo es que el logo de la presidencia de Sevilla sea el mítico cohete Ariane que está en la Cartuja y que presenta grandes deficiencias que ponen en riesgo su perdurabilidad en el tiempo y que generan inseguridad al transeúnte, pues algunas de las piezas que forman la maqueta pueden desprenderse en cualquier momento.
La réplica del cohete se hizo con la maqueta que usó la empresa Airanespace para fabricar el cohete que llevaría al espacio el satélite Hispasat, que también cuenta con una réplica junto al pabellón del futuro. Cuenta con más de treinta toneladas de peso, sesenta metros de altura y un coste cercano a los doscientos cincuenta millones de pesetas, algo más de un millón y medio de euros.