Jesús Donaire es un hombre sensato, tranquilo y despliega una enorme capacidad para conversar. Habla sin temor, sabiendo que el lenguaje cargado de autenticidad y valor es su gran arma, la única que le ayudará a para superar el trance más difícil de su vida. Jesús Donaire ha salido del armario siendo sacerdote y eso complica mucho un proceso que ya es, en sí mismo, un verdadero tour de forcé para el que pasa por esa experiencia.
Durante 17 años, fue sacerdote de la iglesia católica estando incardinado en la Archidiócesis de Sevilla. Ocupó un buen número de cargos cuando aún ejercía el ministerio sacerdotal: párroco, arcipreste, vicario episcopal de zona, profesor de teología, acompañante espiritual o predicador. Su actividad pastoral fue fructífera y muy reconocida entre los feligreses y por parte del clero sevillano.
Se licenció y doctoró en Roma, especializándose en Teología Espiritual. Defendió su tesis presentando un trabajo sobre las enseñanzas del beato Marcelo Spínola, fundador de El Correo de Andalucía. Seguramente, era el sacerdote perfecto a los ojos de muchos. Sin embargo, él sabía que algo no cuadraba, que la soledad que sentía y la falta de sentido que le atenazaba eran el reflejo de negar la evidencia y negarse a sí mismo.
Jesús Donaire supo desde joven que era gay. Antes, siendo niño, sintió la poderosa llamada de Dios. Trato de hacer las cosas cumpliendo con la norma que se impone en la sociedad española desde hace tanto tiempo, pero la realidad se muestra terca. ‘Llegar hasta Dios negando la propia orientación sexual es imposible porque Dios es verdad y la ocultación o la negación de lo auténtico te separa de él’. Así de claro lo tiene Jesús Donaire.
Vamos avanzando en nuestra charla. Jesús no parece tener problema alguno para enfrentar los asuntos con claridad y por derecho.
¿Entiende Dios de orientaciones sexuales?
‘Por supuesto que sí. Estoy convencido -porque he dedicado mucho tiempo de mi vida al estudio de este asunto- de que los textos bíblicos originales (escritos en lengua hebrea, griega y aramea) tienen en cuenta la diversidad afectiva y sexual. Respetan esa diversidad porque Dios la entiende y nos ha creado de esta manera, nos ha hecho diversos, diferentes. Lo que ocurre es que la Iglesia utiliza una traducción de la escritura sagrada para justificar su postura, una postura que no coincide con los textos más primitivos. Esa traducción de las Sagradas Escrituras es la que se conoce como la Vulgata (381 d.C.) y es muy posible que fuera encargada para respaldar ciertos criterios eclesiásticos que ya consideraban la homosexualidad como algo anti natural. Desde entonces, la Vulgata es el texto que utiliza la Iglesia para todo. Pero ¿la Biblia dice eso de que la homosexualidad es mala o antinatural en sus textos más primitivos? Radicalmente no. Lo que pasa es que conocer estas cosas o reconocer cualquier influencia externa a la propia Iglesia es algo que parece podría poner en riesgo la autoridad del Magisterio. Y este es un enorme problema que nadie quiere afrontar aunque todo el mundo sabe. Ahora bien, la verdad es la verdad y no hay más’.
¿Dios está dentro o fuera del armario?
‘Dios no está ni dentro ni fuera del armario, Dios es diversidad, es tres personas, Dios es la diversidad más absoluta’.
Has renunciado a todo ¿está mereciendo la pena?
‘Nunca he estado tan feliz, tan contento y tan orgulloso. No lo he hecho antes porque me resultaba muy difícil. Una persona de cuarenta y cinco años, con cierta trayectoria en la vida, lo tiene muy difícil. Yo tenía la vida resulta dentro de la institución, tenía gran reconocimiento, pero no era feliz, algo fallaba en mi interior. Me pregunté si estaba dispuesto a asumir el estigma que representaría salir del armario, el desprecio, el rechazo y el saber que tanta gente pensara que te has equivocado, que te han aconsejado mal, que el demonio te ha tentado... La respuesta fue sí y claro que vale la pena. Hubiera acabado fatal. Con varios intentos de suicidio a las espaldas la cosa parecía estar clara. Y di el paso. Si he salido del armario (lo he hecho desde la libertad absoluta y sabiendo que me iba a quedar sin nada como así ha sido) ha sido para ser yo mismo y lo volvería a hacer tantas veces como fuese necesario. Ha merecido la pena y mucho’.
Si ser homosexual y tener que salir del armario es, lamentablemente, para cualquier hombre o mujer un problema, en el caso de un sacerdote debe multiplicarse. ¿Cómo fue el proceso en tu caso?
‘Tome conciencia de mi homosexualidad en torno a los quince o dieciséis años. A los diecisiete sentí una fuerte llamada interior, me sentí identificado con Cristo y surgió un conflicto interno en el que salió victoriosa la vocación. Yo quería ser sacerdote. Entonces, decidí tomar el camino de Cristo y negar interiormente mi orientación sexual’.