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Actualizado: 18 jun 2017 / 12:21 h.
  • El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, posa en una de las calles de Andalucía Residencial, en Sevilla Este. / Fotos: Jesús Barrera
    El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, posa en una de las calles de Andalucía Residencial, en Sevilla Este. / Fotos: Jesús Barrera

El alcalde se ha puesto el mono de corredor de larga distancia. Aunque sólo lleva la mitad del recorrido de esta maratón de cuatro años, lleva semanas de inauguración en inauguración. No falta a casi ninguna cita. Tras la fiesta del Deporte, le tocaba ir a Sevilla Este a presentar la versión 1.0 de sus autobuses rápidos al centro. Antes, Espadas recibe a El Correo en el hall del hotel Vértice, en Andalucía Residencial para hablar de lo divino, con sus proyectos de futuro, y lo humano, con la amenaza de bloqueo de Participa e IU.

—Parece que aprieta el acelerador: estación de Cádiz, Marqués de Contadero, centro de la bici,... ¿necesitaba mostrar lo hecho en dos años?

—Es fruto del trabajo previo hecho en los despachos. Coincide con el ecuador del mandato, pero también con el arranque de los segundos presupuestos. Dos años no es tiempo para ver en la calle materializados los compromisos. Pero hay ejemplos de buena gestión como la obra de Juan Antonio Cavestany o la estación de Cádiz, que llevaba años bloqueada. En este momento de tantos balances intento que la gente vea que los que dicen que vendemos humos mienten. En dos años demostramos más capacidad de gestión que el PP en cuatro.

—Sin embargo, el PP habla de venta de humo, Participa e IU van en el mismo tono y hasta Ciudadanos le cuestiona.

—Detrás de las grandilocuentes declaraciones no hay concreción. Cuando el PP dice humo, le pregunto por qué no ejecutó los proyectos que estamos haciendo. ¿Por qué paró las obras de Emasesa en Los Remedios, San Pablo o en la Papachina? El PP tiene mucho que callar, porque en cuatro años sólo generó frustración. Y otros partidos son claramente minoritarios y tienen la dificultad de hacerse notar.

—Minoritarios, pero claves en un gobierno de 11 concejales.

—El alcalde está para gobernar para todos y todas. No podemos plantear que opciones políticas, con dos concejales, impongan a la mayoría un tipo de propuestas que, a veces, legalmente no son posibles.

—Entonces, ¿cree que lo ocurrido con el desalojo ha sido para querer imponer y hacer ruido?

—Intentan justificar un cambio de estrategia política. No sólo a escala local, sino autonómica, donde IU y Podemos están armando una coalición para 2019. Ahí tienen que radicalizar su mensaje para tratar de captar el voto de la izquierda. Pero se equivocan en Sevilla. Incidentes como el del otro día, que derivan en que un grupo político plantee encierros masivos, responde a una acción que no comparto. Los sevillanos pueden estar tranquilos de que en dos años hemos demostrado estar pendientes de la ciudad y no estar sujeto ni ser rehenes de radicalismos minoritarios.

—¿Hay algo del desalojo de lo que se haya arrepentido?

—Los agentes hicieron su trabajo, desalojar a personas que de manera ilegal ocupaban un edificio público e insultaban a los que allí trabajaban. Hubiese sido más fácil si los concejales de Participa e IU hubieran colaborado y se hubiesen ido 20 metros más adelante donde sí tenían autorización. Las escaleras del Ayuntamiento no eran el lugar. Bajo ningún concepto me bajaré del burro. Los sevillanos y la institución se merecen un respeto. De todos modos, hay una investigación abierta en el juzgado que determinará si hubo algún tipo de responsabilidad por una u otra parte.

—Participa e IU dan por rotos los acuerdos de investidura, ¿hay preocupación por la gobernabilidad de la ciudad?

—Los proyectos buenos para los sevillanos seguirán contando con apoyo de los grupos. Si pensara otra cosa, entendería que no hay la responsabilidad política.

—Hace un año, en una entrevista, marcó como objetivo mejorar los barrios más desfavorecidos, ¿cuando se verá? ¿tal vez a final de mandato?

—La transformación social en algunos barrios con altas tasas de desempleo y desestructuradas es tan compleja que no se puede resolver en dos años. En ese tiempo sí se ha generado oportunidades de empleo a ciudadanos en riesgo de exclusión. Hay 11.000 empleados más en Sevilla desde 2015. No es responsabilidad al cien por cien del alcalde, pero si ha estado la mano municipal con programas y bolsas de empleo o aprobando cláusulas sociales. Nunca un gobierno municipal había dado más ayudas al pago de la vivienda y suministros como luz, agua o gas o a ayudas a familias con necesidades y ONG. Estoy satisfecho con la prioridad social de este gobierno, aunque no todo se resuelve en dos años.

—Medidas sociales era uno de los pilares de esos acuerdos de investidura que Participa e IU le acusan de no cumplir.

—En empleo, políticas sociales y vivienda los números están ahí. El gobierno le ha dado la vuelta como un calcetín a lo que el PP hizo en Sevilla.

—¿Cómo se puede garantizar la calidad de todos los colegios a final de mandato?

—Con presupuestos. El PP invertía un millón por año y hubiera tardado 20 en arreglarlos. Nosotros destinaremos cinco millones al año. A este ritmo, en dos mandatos dejaremos una situación radicalmente diferente en los colegios, sobre todo los más antiguos, que coinciden con los barrios en dificultades. Es una labor de justicia social.

—¿Tiene la sensación de que el ministro de Fomento le ha dado calabazas con el Metro?

—No me llevé ninguna sorpresa. El ministro me dijo que no habría nada en 2017. Espero de Fomento y la Junta que muevan ficha con un acuerdo de financiación a tres bandas. Y que el ministro me conteste a la propuesta sobre la línea 3 que le dejé encima de la mesa.

—Siguiendo con movilidad, el atasco en la tramitación de la ampliación del tranvía...

—No, atasco no. El concurso se recurrió por una cuestión técnica. Es un retraso, pero eso no lo puedo controlar.

—También pasa con el Plan de Movilidad Urbana o el macrocontrato de zonas verdes.

—Hay proyectos complejas. En el contrato de Parques y Jardines había 130 ofertas. Aunque el gobierno pone la maquinaria a revientacalderas, los funcionarios son los mismos.

—Con ese corsé, ¿están tranquilos los promotores de Palmas Altas y Sevilla Park? ¿Puede pasar otro Ikea?

—La diferencia es que el PP no sacó adelante ningún proyecto. Nosotros hemos desbloqueado las viviendas de Hacienda El Rosario y Palmas Altas, que está en su fase final para la licencia de obra. El proyecto de reordenación de suelos del Puerto, que usted llama Sevilla Park, está en marcha. Va al ritmo programado y, a pesar de ser un proyecto complejo, tengo la aspiración de que en un futuro sea un motor económico y de expansión de la ciudad. Será una zona verde junto al río y de ocio, cultural y comercial.

—Otros no han salido adelante, ¿Y la Gavidia? ¿Y Altadis?

—En breve presentaremos un proyecto para la Gavidia, que haremos llegar antes a la oposición para ver su respaldo. Altadis tiene expectativas mayores que las que podemos permitirnos. Pero estamos negociando.

—¿Me puede contar algo de esa oferta cultural para Artillería?

—Hemos pasado de la reparación de cubiertas del PP a no sólo rehabilitar, sino dotarlo de contenido con la iniciativa cultural. Estamos preparando un conjunto de proyectos innovadores por fases, como los grandes contenedores culturales de Madrid y Barcelona.

—¿Sueña con tener una calle Betis o Mateos Gago peatonalizada a final de mandato?

—Me gustaría que la gente disfrute de un espacio público sin competir con el coche. No para más veladores, sino para paseo y esparcimiento. El proceso de peatonalización deber ser consensuado, progresivo y sin generar problemas a los vecinos. Por ejemplo, el colegio Cristo Rey debe tener una entrada y salida de vehículos.

—Habla de veladores, ¿cómo está la relación con ellos? Los hosteleros le han endosado un suspenso a su gestión.

—No es la hostelería en general.

—La asociación de hosteleros.

—Pero se manifiestan por unos veladores concretos. El interés de un establecimiento se debe equilibrar con el interés general de los peatones. Les pediría una posición menos egoísta.

—¿Cómo le sientan que le acusen de blando sobre el conflicto del taxi?

—La falta de experiencia se nota en algunos grupos. Es un problema complejo en el que se quiere actuar sin agravar los conflictos y sin dañar la imagen del colectivo. Buscamos propuestas constructivas, con refuerzo de la policía para que se cumplan las normas y sin chantajes de nadie. Un problema nacional que deriva de la competencia con los VTC...

—Pero el conflicto del taxi lleva décadas en Sevilla.

—Las viejas cuestiones del taxi no generan esta polémica.