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Actualizado: 12 dic 2016 / 20:58 h.
  • Un canto a la ilusión
    Los tres Reyes Magos y el presidente del Ateneo posan junto al pregonero de la Cabalgata, Luis del Val, y al autor del nuevo himno del cortejo de la ilusión, Manuel Marvizón.
  • Un canto a la ilusión

Un canto a la ilusión. El periodista y escritor zaragozano Luis del Val se zambulló en los recuerdos de su infancia para convertir el pregón del centenario de la Cabalgata de Reyes de Sevilla en un himno a la ilusión y en un llamamiento a evitar que desaparezca ese niño que todos llevamos dentro. El ganador en 2003 del Premio de Novela Ateneo de Sevilla por su obra Las amigas imperfectas trufó su pregón de referencias literarias y de citas de reconocidos poetas que han cantado con sus versos los misterios de la Navidad. Por su pregón, pronunciado este domingo en el Teatro Lope de Vega, desfilaron desde Marcel Proust, Rilke o los hermanos Bécquer hasta escogidos ramilletes de versos de Gerardo Diego, Federico García Lorca, Luis de Góngora, Jorge Guillén y Miguel Hernández, retazos con los que enhebró una pieza literaria alimentada por el «motor de la ilusión» y marcada por ese eterno viaje a la patria más estable de todo hombre que es su infancia.

Haciendo gala de sus indudables dotes literarias, el «escritor aragonés de nacimiento pero de corazón sevillano» –como se refirió al pregonero el presidente del Ateneo de Sevilla, Alberto Máximo Pérez Calero– embarcó al público del Lope de Vega en un viaje sensorial a su infancia, en la que el brillo de las mandarinas sobre el frutero y el sonsonete de los niños de San Ildefonso cantando los números de la Lotería se convertían en el mejor anuncio de la Navidad.

Del Val, que incluso echó mano de una leyenda hindú para intentar desentrañar el enigma del tiempo, le dio un barniz sevillano a su pregón recordando cómo esta ciudad «comenzó a ser grande a partir de finales del siglo XV gracias a una ilusión», la de «unos locos que creyeron que para ir a buscar las especies de las Indias sería más fácil hacerlo por mar, sabiendo ya la redondez de la Tierra». Y es que, como dejó dicho el pregonero, «no creo que haya nada hecho sobre la Tierra que no haya comenzado con el pálpito de una ilusión».

El pregón del centenario de la Cabalgata concluyó con un hermoso deseo: «Que ningún niño de Sevilla encuentre sus abarcas desiertas o sus zapatos vacíos. Y que ningún adulto olvide que el niño que fue, no es de nadie, sino suyo, y no se ha ido, sino que está en el sabor de esa madalena, en el brillo de esa mandarina, en ese retazo de villancico que acaricia el oído con una tonada, siempre vieja y siempre nueva, en ese olor furtivo que sale de la cocina y que, de repente, nos devuelve a la patria más estable, que es la infancia».

La presentación del pregonero corrió a cargo del también periodista y escritor Francisco Robles, quien se refirió al «maestro Luis del Val» como un «hombre bueno», «un tipo afable que te gana para su causa en cuanto lo conoces y te regala su carcajada sonora, infantil, transparente».

Como prólogo al pregón de Del Val, el Teatro Lope de Vega asistió al estreno del himno de la Cabalgata, una obra del músico Manuel Marvizón llamada La noche mágica de Sevilla, que fue interpretada por la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, en colaboración con la coral polifónica de Gines, el coro de voces blancas Villa de Guillena y la solista Vicky Luna. La composición comienza con una balada que recuerda «la preparación de la Cabalgata, los niños y la ilusión de la gente» y culmina con una segunda parte, al estilo de los mejores musicales de Broadway, que evoca «un recorrido por la ciudad a ritmo de cascabeles, música y alegría», según comentó a este periódico el compositor.

Conducido por el periodista Francisco José López de Paz, el acto contó con la presencia entre el público de los tres Reyes Magos Francisco Galnares, Joaquín Moeckel y Juan Espadas– y demás miembros del cortejo real del próximo 5 de enero.