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Actualizado: 22 mar 2017 / 20:15 h.
  • Una generación que se olvida de temer al sida
    Fernando Martínez, María José Galindo, Fernando Lozano y Jeffrey Lazarus, en la presentación del Congreso Nacional de Sida. / El Correo
  • Una generación que se olvida de temer al sida
    Una persona se somete a una prueba para saber si está contagiada de VIH/sida. / El Correo

Hubo una época en la que el sida causaba pavor con sólo nombrarlo. Campañas y más campañas, de dónde el lema Póntelo, pónselo quedó grabado en el ideario colectivo. Sólo había una vía segura para frenar el contagio por VIH: el uso del condón. La juventud se aplicó el cuento, a la par que la ciencia avanzaba. Primero, con tratamientos que evitaban muertes y después, con fármacos sin los efectos secundarios tan devastadores como los que sí tenían los primeros. Todos los avances han tenido, a su vez, daños colaterales: una generación de jóvenes que se ha olvidado de temer a una enfermedad, el sida.

«Se conocen a la perfección las vías de transmisión, pero como los tratamientos son más seguros y se toleran bien se le ha perdido el miedo. Una pastilla al día y creen que no genera problemas vivir con VIH», señala María José Galindo, presidenta de la Sociedad Española Interdisciplinaria del sida (Seisida), sociedad que preside el XVIII Congreso Nacional sobre Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) que tendrá lugar en Sevilla hasta el próximo viernes.

El dato, según los propios organizadores, son alarmantes. Aunque hay un altísimo grado de conocimiento sobre cómo protegerse frente a un contagio de VIH –un 92 por ciento afirma tener información–, sólo el 15 por ciento admite utilizar siempre preservativo durante sus relaciones sexuales. Y el 39 por ciento reconoce que no usa ninguna protección.

A esa falta de mecanismos de prevención ayuda también la aparición de nuevos fármacos que evitan que los pacientes con VIH puedan contagiar a otras personas. Y eso tiene causa/efecto: como no contagian, no usan preservativos, lo que provoca que se puedan coger «otras infecciones de transmisión sexual como la sífilis, la gonorrea o la clamidia».

Con este escenario, el ritmo de contagios ha dejado de descender. En España se notificaron 3.428 nuevos casos en 2015, de los que 650 corresponden a Andalucía. Y, en Sevilla, fueron 172 –159 varones y 13 mujeres–, que sitúan la tasa en 8,86 casos por cada 100.000 habitantes, por encima de la media nacional y situando a la provincia con la tercera con mayor tasa de incidencia en la comunidad andaluza.

Todo este reguero de cifras son «calcadas» a los ejercicios anteriores y con un perfil muy marcado, según expone el presidente del Congreso y también director del Plan Andaluz frente al VIH/Sida y otras ITS y profesional del Hospital de Valme, Fernando Lozano: predomina el contagio entre hombres –la epidemia es masculina en una relación de siete a uno–, la edad media por la que se contrae la enfermedad se sitúa en los 36 años y «en el 46 por ciento de los casos el diagnóstico es tardío».

En ese último punto, ayudan estrategias como la que implanta el Ministerio de Sanidad desde 2015 con la oferta rutinaria, por la cual el médico del centro de salud le propone al paciente que, cuando se haga una prueba de sangre, incluya la prueba del VIH/sida. Una oferta que se formula a una población de entre 18 y 55 años.

Hepatitis y VIH

El emblema de este congreso aborda «las epidemias convergentes» del VIH y el virus de la hepatitis C. Si del primero se ha conseguido tratamientos «seguros y eficaces», del segundo se ha obrado el milagro de obtener terapias que curan la enfermedad. «Estamos en un escenario en el que se empieza a hablar de la posibilidad de curación-erradicación de las dos epidemias, aunque ese horizonte se vislumbra lejano», remarca Galindo.

En ese marco, disertó el profesor Jeffrey Lazarus, investigador asociado ISGlobal del Hospital Clínic de la Universidad de Barcelona. Él fue quién aportó datos sobre la efectividad de los nuevos medicamentos sobre la hepatitis C. En ese sentido, puso a España como ejemplo de país, no sólo por su estrategia frente a la patología, sino porque «ha curado a 60.000 personas en poco tiempo» gracias a los nuevos tratamientos. De ellos, casi una cuarta parte (12.000 pacientes) son andaluces.

Hubo una época en la que el sida causaba pavor con sólo nombrarlo. Campañas y más campañas, de dónde el lema Póntelo, pónselo quedó grabado en el ideario colectivo. Sólo había una vía segura para frenar el contagio por VIH: el uso del condón. La juventud se aplicó el cuento, a la par que la ciencia avanzaba. Primero, con tratamientos que evitaban muertes y después, con fármacos sin los efectos secundarios tan devastadores como los que sí tenían los primeros. Todos los avances han tenido, a su vez, daños colaterales: una generación de jóvenes que se ha olvidado de temer a una enfermedad, el sida.

«Se conocen a la perfección las vías de transmisión, pero como los tratamientos son más seguros y se toleran bien se le ha perdido el miedo. Una pastilla al día y creen que no genera problemas vivir con VIH», señala María José Galindo, presidenta de la Sociedad Española Interdisciplinaria del sida (Seisida), sociedad que preside el XVIII Congreso Nacional sobre Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) que tendrá lugar en Sevilla hasta este viernes.

El dato, según los propios organizadores, son alarmantes. Aunque hay un altísimo grado de conocimiento sobre cómo protegerse frente a un contagio de VIH –un 92 por ciento afirma tener información–, sólo el 15 por ciento admite utilizar siempre preservativo durante sus relaciones sexuales. Y el 39 por ciento reconoce que no usa ninguna protección.

A esa falta de mecanismos de prevención ayuda también la aparición de nuevos fármacos que evitan que los pacientes con VIH puedan contagiar a otras personas. Y eso tiene causa/efecto: como no contagian, no usan preservativos, lo que provoca que se puedan coger «otras infecciones de transmisión sexual como la sífilis, la gonorrea o la clamidia».

Con este escenario, el ritmo de contagios ha dejado de descender. En España se notificaron 3.428 nuevos casos en 2015, de los que 650 corresponden a Andalucía. Y, en Sevilla, fueron 172 –159 varones y 13 mujeres–, que sitúan la tasa en 8,86 casos por cada 100.000 habitantes, por encima de la media nacional y situando a la provincia con la tercera con mayor tasa de incidencia en la comunidad andaluza.

Todo este reguero de cifras son «calcadas» a los ejercicios anteriores y con un perfil muy marcado, según expone el presidente del congreso y también director del Plan Andaluz frente al VIH/Sida y otras ITS y profesional del Hospital de Valme, Fernando Lozano: predomina el contagio entre hombres –la epidemia es masculina en una relación de siete a uno–, la edad media por la que se contrae la enfermedad se sitúa en los 36 años y «en el 46 por ciento de los casos el diagnóstico es tardío».

En ese último punto, ayudan estrategias como la que implanta el Ministerio de Sanidad desde 2015 con la oferta rutinaria, por la cual el médico del centro de salud le propone al paciente que, cuando se haga una prueba de sangre, incluya la prueba del VIH/sida. Una oferta que se formula a una población de entre 18 y 55 años.

El emblema de este congreso aborda «las epidemias convergentes» del VIH y el virus de la hepatitis C. Si del primero se ha conseguido tratamientos «seguros y eficaces», del segundo se ha obrado el milagro de obtener terapias que curan la enfermedad. «Estamos en un escenario en el que se empieza a hablar de la posibilidad de curación-erradicación de las dos epidemias, aunque ese horizonte se vislumbra lejano», remarca Galindo.

En ese marco, disertó el profesor Jeffrey Lazarus, investigador asociado ISGlobal del Hospital Clínic de la Universidad de Barcelona. Él fue quién aportó datos sobre la efectividad de los nuevos medicamentos sobre la hepatitis C. En ese sentido, puso a España como ejemplo de país, no sólo por su estrategia frente a la patología, sino porque «ha curado a 60.000 personas en poco tiempo» gracias a los nuevos tratamientos. De ellos, casi una cuarta parte (12.000 pacientes) son andaluces.