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Actualizado: 11 nov 2016 / 08:00 h.
  • Una provincia con escasa tradición y destellos puntuales
    El carmonés Javier Ramírez Abeja se anota una etapa de la Vueta a Andalucía de 2012. / El Correo
  • Una provincia con escasa tradición y destellos puntuales
    Antonio Piedra cruzando la meta de Lagos de Covadonga (2012). / Efe
  • Una provincia con escasa tradición y destellos puntuales
    Antonio Montes recibe un ramo de flores como ganador de etapa en la primera edición de la Vuelta a España (1935). / Archivo Serrano-Fototeca Municipal

Sevilla, para qué engañarnos, nunca fue una provincia fecunda en ciclistas profesionales, ni en cantidad ni en calidad. Y si fue, junto a Málaga, el motor del ciclismo andaluz en sus orígenes, en lo tocante a organización de pruebas, tal pujanza se fue diluyendo con los años, de manera que no se puede afirmar que se trate de una provincia con una sólida tradición en el deporte del pedal.

De hecho, los mejores ciclistas andaluces de toda la historia germinaron en otras provincias, y especialmente en Granada, cuna de un sinfín de figuras como Antonio Destrieux (primer andaluz en un Campeonato del Mundo, allá por 1935), Antonio Jiménez Quiles (2º en la Vuelta a España de 1955), los hermanos Manuel y Joaquín Galera, Juan Fernández, Manuel Fernández Ginés, Paco Cabello, Miguel Ángel Peña, Juanmi Mercado o los hermanos Carlos y Adolfo García Quesada. Pero también han tenido corredores notables Huelva (Rafael Ramos, primer andaluz en correr el Tour, en 1937), Córdoba (los hermanos José y Antonio Gómez del Moral), Málaga (Pedro Torres, 2º en la Vuelta a España de 1980 y mejor escalador del Tour’73) o Jaén (Manuel Beltrán).

Sevilla, en cambio, apenas ha tenido algún ciclista de tal nivel. Acaso Antonio Montes, ganador de tres etapas de la Vuelta entre 1935 y 1945... pero ningún sevillano ha entrado jamás entre los 20 mejores de la ronda española; las participaciones en el Giro y en el Tour han sido puntuales y nada descollantes; no ha habido representante hispalense alguno en un Mundial...

Pero vayamos por orden cronológico. Antes de Montes hubo algunos pedalistas sevillanos que marcaron los primeros pasos entre 1915 y 1930, siendo dominadores del recién creado Campeonato de Andalucía. Lo ganaron en ese periodo sevillanos como Miguel Folgado, Manuel Corchón, José Carballo, Fernando Balcera, Luis Rangel, Manuel Sánchez y Manuel Lucas. Folgado y Corchón fueron además 3º y 4º, respectivamente, en el Campeonato de España que acogió la capital hispalense en 1918, mientras que Lucas (11º) y Balcera (12º) fueron los mejores regionales en la primera edición de la Vuelta a Andalucía, en 1925.

La Vuelta a España

Tras esos pioneros, en los años treinta el ciclismo empezó a cobrar un mayor auge a todos los niveles y así, por ejemplo, en 1935 se celebró la primera Vuelta a España. Y en ella comenzó a labrar su carrera un sevillano de Bellavista, Antonio Montes. No sólo se anotó la séptima etapa, entre Barcelona y Tortosa primer andaluz en ganar un parcial, sino que concluyó en una 23ª plaza que, a día de hoy, no ha superado ningún corredor sevillano.

Montes volvió a participar en la ronda nacional en otras tres ocasiones (1936, 1941 y 1945), y en todas se retiró, si bien tuvo tiempo de alzar los brazos en dos nuevas etapas: la Salamaca-Cáceres de 1941 y la Sevilla-Granada de 1945. El de Bellavista conquistó otras victorias relevantes (la Vuelta a los Puertos de 1935 y 1936, el Circuito Santa Cruz de Azcoitia en 1935, una etapa de la Vuelta a La Mancha de 1935...), pero la Guerra Civil cercenó en buena medida una carrera prometedora.

Coetáneo y tocayo suyo fue Zeppelin, el apodo por el que era conocido Antonio Rodríguez Berrocal, ciclista nacido en Santa Fe (Granada) aunque afincado en el barrio de Triana, donde se hizo popular. Coincidió con Montes en dos ediciones de la Vuelta a España: 1936 y 1945. En esta última, por cierto, compitió un tercer sevillano, Juan Parra. Zeppelin dominó el panorama regional de la época –ganó varios títulos del Campeonato de Andalucía y del Circuito Colombino–, pero le faltó el refrendo en escenarios de mayor fuste.

Otros hitos menores firmados por ciclistas hispalenses en esos años fueron los títulos andaluces logrados por Antonio Segura (1935), Juan Vecino (1944) o Juan Montiel (1945), este último en la modalidad de montaña.

Después de estos resultados, el ciclismo sevillano de ruta entró en una larga travesía por el desierto durante más de dos décadas. A pesar de la consolidación del profesionalismo y la irrupción de los equipos sustentados por marcas comerciales, en nuestra provincia no apareció ningún pedalista de nivel. El ursaonés Francisco Gutiérrez Moreno, que corrió como independiente, o Manuel Zurita destacaron en los años sesenta, pero ni siquiera tuvieron la condición de ciclistas profesionales.

No fue hasta finales de los setenta cuando hizo acto de presencia en el pelotón español el lebrijano Francisco Fernández, que compitió como pro cinco temporadas, en las que logró estrenar su palmarés en un parcial de los Tres Días de Leganés del año 1979. Corredores de equipo como él fueron, ya en la segunda mitad de los ochenta y principios de los noventa, el capitalino José Rafael García, que levantó los brazos en etapas de la Vuelta a Aragón (1986) y la Vuelta a Algarve (1990), y el carmonense José Antonio Sánchez Valencia, que hizo lo propio tres veces y todas en el país vecino: etapas de la Vuelta a Portugal (1990 y 1991) y del Gran Premio del Miño (1990).

No corrió la misma suerte el nazareno Diego Prior, el siguiente profesional sevillano ya en 2000, que apenas pudo completar dos años en la élite del ciclismo nacional.

La época dorada

Con Prior, no obstante, dio comienzo la mejor época en cuanto a número de pros. Si bien tras su retirada en 2002 Sevilla quedó sin representación en el pelotón, antes de que acabase la temporada dio el salto Juan Olmo. Al cuerveño se le unieron, ya en 2004, su hermano Antonio y el carmonés Javier Ramírez Abeja. Al año siguiente (2005), se marcaba una cifra récord. Por vez primera en la historia, cinco ciclistas de la provincia se reunían en el pelotón profesional. A los tres anteriores se les sumaba otro carmonés, Juan Antonio Pastor, uno de los tres únicos corredores de la comunidad que integraron la primera plantilla del Andalucía-Paul Versan; así como Francisco Javier García, un joven ciclista nacido en la capital aunque residente en Ripollet.

En esa misma campaña 2005 llegó el primer triunfo de un corredor sevillano en el campo profesional en trece años. Fue Juan Olmo quien firmó ese hito en una etapa del Tour de Normandía. Victoria a la que añadiría otras dos, en Guimarães y Loulé, en el calendario luso.

El tope de cinco sevillanos en el campo élite-UCI se repitió en 2007, cuando debutaron otro pedalista de Carmona, Jesús Rosendo, que compartió equipo con los Olmo en el Andalucía-CajaSur de Antonio Cabello; y el capitalino Antonio Piedra, entonces compañero de Abeja.

Esta época de bonanza, debida a la estabilidad del proyecto de equipo regional, continuó unos años. El trío Piedra-Ramírez-Rosendo se convirtió en fijo en el pelotón y los tres lograron desempolvar su hoja de servicios: Piedra fue el primero al adjudicarse una etapa de la Vuelta a Portugal en 2009; Rosendo le siguió imponiéndose en un parcial de las Rutas de América (Uruguay) en 2011; y Ramírez Abeja les superó con un ejercicio 2012 espectacular, con triunfos en etapas de la Vuelta a Chile, la Vuelta a Andalucía y la Vuelta a Azerbaiyán, de la que se anotó también la clasificación general final.

Ese 2012 fue sensacional asimismo para Piedra, que fue capaz de ganar el Gran Premio Rogaland (Noruega) y, como colofón, la etapa de la Vuelta a España con final en los Lagos de Covadonga, siendo el primer sevillano en ganar en la ronda nacional desde Antonio Montes...

Sin embargo, la desaparición del equipo Andalucía tras ocho temporadas lastró esta racha y en 2014 quedó como único exponente sevillano Piedra, que incluso tuvo que colgar la bici un año (2015) antes de retomar una carrera que seguirá en 2017 en el Postobón colombiano. Otro carmonés, José María Rodríguez Alcalá, deberá tomar el testigo.