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Actualizado: 19 oct 2018 / 10:22 h.
  • Llum Barrera: «Lo único malo que tiene el monólogo es el antes y el después de hacerlo, que estás más sola que la una»

No se puede estar quieta y pasa de un medio a otro asumiendo los riesgos que, según nos cuenta, conlleva dedicarse al humor en un país que valora tan poco a los personajes de comedia. Empezó en la radio, pero ha acabado triunfando en el cine y la televisión y llenando los teatros con su sola presencia sobre el escenario, con monólogos como “La lista de mis deseos”, donde tiene la suerte de hacer lo que de veras le gusta.

-Si te tocara la lotería, ¿sería una suerte o una desgracia?

-De momento, lo que me ha tocado es la suerte de defender un texto y un personaje maravillosos (risas). Respecto a lo de la lotería, mi chico siempre me dice: “Tú me lo das a mí, que ya lo gestionaríamos”, aunque yo prefiero que no me toque nada porque me agobiaría mucho. Diría: “¿y ahora qué hago? ¿A dónde voy? Y si viene el del banco... ¿qué le digo? Y luego los de Hacienda... ¿Y si me vuelvo una desgraciada?”. Esas grandes cantidades de dinero dan un poquito de miedo.

-Parece que no, pero el dinero, al final, termina cambiando a la gente...

-Pensamos que con el dinero vamos a dejar de trabajar, pero el dinero en sí mismo, y en esas cantidades, es un trabajo. Sobre todo, buscar a alguien que te lo mueva bien, e intentar que no se te acabe ni a ti, ni a las generaciones futuras de tu familia, a las que tendrás que dejarles bien cubierto el riñón (risas).

-Y que no te influya a ti mismo...

-El que ya ha nacido en la abundancia, pensará ahora: “¡qué pringados!”. porque ya sabe cómo llamar a Bautista para que le prepare el yate y todo eso, pero, el resto, no sabemos manejarnos ahí. Ya no solo es que te pongan muchos cubiertos en un restaurante (porque, quieras o no, la vida a veces nos ha honrado con una buena comida de ésas), sino es la vida del millonario en sí, que se nos aleja mucho de nuestra visión.

-De todo esto y más, trata ‘La lista de mis deseos’, que vamos a tener la oportunidad de disfrutar aquí, en Sevilla, ¿verdad?

-Se trata de una función basada en un ‘best-seller’ francés, ¡que por algo fue un ‘best-seller’! La gente empezó a leer la novela con mucha fruición porque todo el mundo se veía identificado en el personaje de Martina, que es esa mujer que jamás a jugado a la lotería y, de repente, un día echa un boleto y, sin siquiera llevar unos números pensados, le caen 18 millones de euros. Entonces, dice: “Madre mía, ¿qué hago con esto?”. Mientras tanto, decide guardar el cheque, esconderlo y no decírselo a nadie (es así de discreta ella). Lo que vemos es la felicidad que ya tiene y que no quiere perder por culpa de ese dinero. Así, se van lanzando preguntas al público, que entiende que hay veces que nos queremos complicar todo. La historia va evolucionando y ocurre algo que es el detonante real del cambio de la vida de Martina. Pero nos hace reflexionar y te cuestionas: ¿en realidad necesito tantísimo o con un millón ya nos bastaría?

-En tu caso, estamos acostumbrados a pensar en ti y que nos venga una sonrisa a la cabeza, pero aquí no todo es eso...

-Es verdad que en esta función se está siempre con la sonrisa ya que, el personaje de Martina es muy inteligente, tiene mucha ironía y mucho sentido del humor. Pero luego nos toca también el corazón porque habla de esas cosas que no se pueden comprar. Ella tiene a su padre con la cabeza en otro sitio y eso el dinero no lo cura. Hay tanto que no podemos arreglar con dinero... Y está tan bien escrito el texto, que el público se sorprende emocionándose con ella.

-En toda la trayectoria de una actriz hay proyectos que se hacen con mucho gusto y otros que son, más bien, como ‘de supervivencia’ ¿Cómo te lo pasas tú haciendo esta obra?

-Yo he tenido la suerte de, en el teatro, haber podido elegir lo que me mueve. Cuando me leo algo pienso: “¿Esto me va a emocionar?”. Si la respuesta es no, pues no lo hago. Me pongo en esa realidad. Aquí, en concreto, estoy yo sola y le preguntar al director: “¿No me vas a poner ni un músico ni nadie? ¿Cómo me voy a divertir yo sola?” Y me respondió que íbamos a hacer que me divirtiese contando la historia y que los espectadores se lo pasaran bien conmigo. La verdad es que lo único malo que tiene el monólogo es el antes y el después de hacerlo, que estás más sola que la una. Estás sola en los nervios de antes y en la celebración de después (aunque también es verdad que toda la gloria de los aplausos es para ti).

-Entonces, la lotería, en la parte laboral, ya te ha tocado.

-A mí, sí. Tengo trabajo... ¿Cuántos compañeros hay, que la están pasando canutas? Y más aún cuando es un momento en el que hay tantas producciones de teatro y tú no estas. Trabajamos mucho con nuestro cuerpo, con nuestra voz, nuestra imagen y eso es algo que va minando tu autoestima. Yo no me doy tiempo a que un ‘no’ me deprima porque ya estoy metida en otro proyecto. Siempre estoy haciendo radio, programas de televisión, ficción...

-De hecho, empezaste en la radio

-Empecé escribiendo en ‘ABC Cataluña’ y a la vez estaba en ‘La Ser’ en Barcelona. A mí es que me gusta muy poco hablar y por eso la radio es un medio que me viene muy bien... (risas).