Planes integrales, pactos, caracolas, ciudades de tránsito, distribución de las familias dentro del propio asentamiento en función de su grado de integración, realojos, acompañamiento... Éstas son solo algunas de las propuestas que, a lo largo de los años, los distintos gobiernos municipales que han ido pasando por la Plaza Nueva han planteado para buscar una solución definitiva al que es el asentamiento chabolista más antiguo del país.
Centenares de titulares de prensa en los que se han ido anunciando el «plan para erradicar el Vacie» de cada equipo de gobierno, sobre todo en época preelectoral, algunos de los cuales han nacido muertos. Ideas y anuncios que buscaban la fórmula exacta para acabar con una situación que se alarga ya más de 80 años, aunque el exalcalde popular y actual ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, asegurase en su día que iba a «desaparecer en cuatro años». Y es que, en más de una ocasión, ha sido arma arrojadiza entre los portavoces municipales. En las hemerotecas quedará la imagen de Zoido entrando con palas al poblado en 2007 para criticar la supuesta falta de acción del entonces alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín.
En este tiempo, las actuaciones que se han llevado a cabo han conseguido reducir el número de familias que viven en el poblado chabolista localizado junto al cementerio de San Fernando. Si en 2007 los datos censales recogían una población de unas 800 personas, en 2011 era de 650 personas (150 familias) y de 500 personas (126 familias) en 2015.
Los planes puestos en marcha han sido, como los mandatarios, de todo tipo. Pero la mayoría de ellos se ha centrado garantizar unas condiciones dignas a quienes viven en el asentamiento, donde hasta hace poco no había ni luz ni agua. De hecho, fue en enero de 2009 cuando Emasesa instaló las primeras tuberías de agua potable, y ese mismo año se dio iluminación pública y se adecentó la zona con el arreglo de caminos o el montaje de piletas, aseos y duchas. Además, se desarrollaron diversas campañas de limpieza o desratización. Todo ello gracias a unos 3,3 millones de euros que se invirtieron durante el último mandato de Sánchez Monteseirín.
A la par que se ha trabajado por mejorar la situación del poblado chabolista, se ha hecho en la normalización para su posterior integración en otras barriadas de la ciudad. De hecho, en 2006 fueron 12 las familias realojadas en distintos puntos de la ciudad, entre 2009 y 2011 fueron 25. Desde entonces, no hay datos al respecto. Y es que en este mandato, aunque se sigue desarrollando una importante labor tanto del personal municipal como de más de una veintena de asociaciones, poco o nada trasciende al respecto para evitar el rechazo en las comunidades donde se mudan los chabolistas. Eso sí, de todos las familias que han salido del asentamiento, ninguna ha tenido que volver.