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Actualizado: 11 jul 2017 / 09:57 h.
  • Triunfo del diestro pacense Jose Garrido en Pamplona. / EFE
    Triunfo del diestro pacense Jose Garrido en Pamplona. / EFE

Breve resumen en el ecuador de San Fermín

El serial pamplonica cumple puntualmente su cronograma en medio de la jarana, la alegría -un punto impostada- de las peñas y la estúpida deriva de los que quieren convertir la fiesta en altavoz de sus delirios separatistas. Pero el toro lo tapa todo y sigue cumpliendo su promesa de sangre: en los encierros masificados pero también en la arena de la corrida vespertina que, nunca se olvide, es el único fin de la bajada matinal de las reses. El ‘tabaco’ más gordo se lo ha llevado el banderillero madrileño Pablo Saugar ‘Pirri’ el mismo día que se cumplía -sin minuto de silencio- el primer aniversario de la muerte de Víctor Barrio. Paradojas del destino, Pirri actuaba a las órdenes de Curro Díaz, el torero que fue el encargado de estoquear al toro de Los Maños que había matado a Barrio en Teruel. Y fue Pirri, precisamente, uno de los encargados de llevar su cadáver irremediable a la mesa de operaciones del coqueto coso aragonés. La vida y sus casualidades son así... pero el veterano subalterno del Foro no ha sido el único en pisar la concurrida enfermería pamplonica. También lo ha hecho el matador valenciano Román o el madrileño Gonzalo Caballero, que podría marcharse a casa hoy mismo para sanar de una cornada que pudo ser mucho peror. Los toros -verdadero y definitivo totem ibérico- no están abdicando de su misión: coger a los hombres. Y lo están haciendo en el corazón de la fiesta española más universal: los siete días desbordados de San Fermín. Si quitáramos los toros a esa celebración compartida y ancestral podrían ver en que queda todo. Pues eso.

Algún triunfo con opciones de futuro

Pero el guión de la Feria del Toro incluye también algunos triunfos de los que se juegan la vida por la tarde. El primero en puntuar fue el novillero venezolano Jesús Enrique Colombo que ha logrado colocarse a la cabeza del escalafón menor. Hay más cosas que contar, más allá de la habitual apoteosis ecuestre. Hablamos de las ganas de ser de un arrojado Román; la prodigiosa y casi secreta mano izquierda de Pepe Moral con los torazos de Escolar o la faena incompleta de Paco Ureña y la fresca solvencia de José Garrido, afortunado con la única bola premiada -un ‘aldeanueva’ de La Ventana del Puerto en medio de cinco duros ‘atanasios’ de Puerto de San Lorenzo- el mismo día de la cogida de Pirri. Ayer era el turno de los siempre esperados ‘fuenteimbros’. Ya se lo contaremos la semana que viene si la ocasión lo merece.

¿Manolete nació el 30 de junio de 1917?

Es lo que podría demostrar la cédula de identidad publicada en twitter por el periodista Manolo Molés. Entre otros datos personales e identificativos, el documento aporta una sorprendente fecha de nacimiento en el apartado ‘edad actual’: es el 30 de junio de 1917. Se adelantaría así cuatro días la fecha aceptada por todos sus biógrafos y que ha servido para conmemorar el centenario de su nacimiento. El error, que no sería tal, podría venir de la fecha de su inscripción en el registro civil. Quién sabe... En cualquier caso tampoco quita ni pone para reivindicar como merece la memoria de un torero revolucionario que marcó a fuego la España de la posguerra con su silueta inconfundible. Tres o cuatro días arriba o abajo, el centenario del monstruo cordobés reverdece la importancia taurina, histórica y social de un personaje irrepetible. Hoy, siempre, gloria a Manolete. Pero no nos marchamos aún sin hacernos eco de las declaraciones de López Simón que, desembarazado del mayor lastre que arrastraba, parece renovado en la cara del toro. Su ruptura con el parlanchín y orondo taurino charro Julián Guerra no tuvo nada de amistosa y da la razón a los que dudaban de los beneficios de una simbiosis que ha evidenciado su toxicidad. Suerte y ánimo al diestro de Barajas.