Toreros y tocaores necesitan de un instrumento para expresar sus sentimientos pero el toro y la guitarra, a priori, tienen poco que ver. Eso sí, la emoción final que produce la expresión del arte, ya sea con las seis cuerdas o cuajando la embestida de un animal, ese quejío interior, es muy parecida. Pero había que llegar a una misma senda entre el toque y el toreo que Borja y Cepero se encargaron de desbrozar en una noche que, aunque anticipaba el invierno, volvió a llenar hasta los topes el auditorio de la Fundación Cajasol en esta edición de números redondos que volvió a contar con la batuta del periodista José Enrique Moreno.
La larguísima carrera artística de Paco Cepero –que iba a acabar con el cuadro- no necesitaba de demasiadas presentaciones y aunque Borja Jiménez le ganaba en novedad y titulares más recientes el veterano flamenco acabaría formando un auténtico lío que hizo pasar el tiempo en un suspiro. Cuidado: el joven diestro de Espartinas ha sido uno de los últimos grandes triunfadores de la temporada 2023 después de cortar tres orejas –que pudieron ser cinco- a un corridón de Victorino Martín en la pasada Feria de Otoño de Madrid. Aquel 8 de octubre le cambió la vida convirtiéndole en una seria opción de relevo en el actual escalafón de los matadores de toros gracias a su tesón y ganas de ser.
El maestro jerezano comenzó hablando de toreros que entrenaban con su música –de López Simón al mismísimo Morante- y expresó su respeto por esos hombres que se visten de luces al atardecer. También era el caso de Borja. “Llevo un altavoz pequeñito y me pongo flamenco cada vez que entreno y hasta cuando he estado solo en algún tentadero”. Torero y tocaor mostraron una admiración mutua aunque Cepero, sabio y socarrón, le espetó que “en la plaza no hay canciones”. Tiró de su propia experiencia, de los miedos que aún le acompañan cada vez que sale a un escenario. “Se me ponen las manos, heladas, me pongo en blanco y no sé ni lo que sigue”, bromeó el jerezano arrancando las primeras risas de un auditorio que entró de lleno en el calor de la tertulia.
Pero para hablar de miedos hay que escuchar a los toreros: “cuando vas en la furgoneta camino de la plaza estás deseando que se harte de llover y se suspenda”, apostilló Borja. Cepero le tomó el relevo: “una de las cosas más importantes que hay en el arte es la humildad, porque hay quién no se repone de un éxito”, añadió entre bromas y veras el tocaor flamenco. No dejaba de ser un consejo sabio de un artista de largo recorrido que hasta improvisó unos versos para el joven matador. “Pero tengo letras de toreros y del Santander”, volvió a bromear haciéndose dueño de la escena.
El guitarrista se había venido arriba definitivamente, haciendo un canto a la naturalidad en el toreo, el toque y hasta la vida. Borja le preguntó por sus fuentes de inspiración y Cepero sacó a colación a su esposa, con la que lleva los mismos años que artista. “Llevamos 65 años juntos”, desveló el tocaor que volvió a tirar de su móvil para recitar unas letras: “Me sentí torero para poder lidiar con tus sentimientos...” Pero lejos del tono solemne aquello ya era un torbellino mientras el guitarrista, cambiando de ritmo, hablaba de pureza y compromiso para sentenciar que “las cosas buenas te arañan el alma”.
Había que darle sitio al torero. “Mi única obsesión ahora es mi preparación”, explicó el matador reconociendo que las llamadas y las previsiones ya son otras de cara a la temporada que vendrá. “De momento están llamándome para todo tipo de tardes pero tengo claro que tengo que seguir toreando esos encastes que me han aupado este año pero debo hacerlo en sitios importantes” puntualizó. Cepero no iba a desaprovechar la ocasión: “que Santa Coloma no es Santa Claus”. El auditorio ya era suyo.
Borja se puso algo más serio hablando de su propia forja, de los años de vacío antes de lograr dar el aldabonazo en Madrid recordando el caso de toreros de todas las épocas que supieron aguardar en el banquillo hasta que llegó su momento. “Es duro psicológicamente, sacrificas muchas cosas, irte de viaje, salir a cenar... lo dejas todo por entrenar y tu entorno no llega a entenderlo del todo; tampoco ves la recompensa pero mi familia siempre ha estado ahí y tienes que mantener el tipo por ellos”.