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Actualizado: 29 jul 2016 / 12:05 h.
  • En el país de los ciegos...
    De izda. a dcha. Jesús Muñoz, Antonio Medina y Juan Márquez. / Pepo Herrera
  • En el país de los ciegos...
    Antonio medina. / Pepo Herrera
  • En el país de los ciegos...
    Juan Márquez. / Pepo Herrera
  • En el país de los ciegos...
    Jesús Muñoz. / Pepo Herrera

PLAZA DE TOROS DE LA REAL MAESTRANZA
Ganado: se lidiaron seis erales de Juan Antonio Ruiz, de correcta presentación. Se movieron más que embistieron aunque el tercero –algo más bravito- y el cuarto, se dejaron torear. Molestó el primero; resultó duro y encastado el segundo y se desplazó con genio el quinto. El sexto no pasó de manso.
Finalistas: Juan Márquez (Sevilla), de celeste y oro, silencio tras aviso y silencio.

Jesús Muñoz (Puebla del Río), de tabaco y oro, silencio tras aviso y silencio.

Antonio Medina, de azul noche y oro, oreja y oreja tras aviso.
Incidencias: la plaza registró más de tres cuartos de entrada en noche muy calurosa. Antes de romperse el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del rejoneador y ganadero Fermín Bohórquez y el reportero Francisco Cano, recientemente fallecidos.


No hubo lugar a sorpresas. Ganó el novillero que había aterrizado en Sevilla con la suficiente preparación para afrontar un ciclo de estas características. El ciclo de promoción de nuevos valores de este julio 2016 que ya coge la puerta había brindado escasas notas de interés. Hubo orejas, tres, las mismas que validaron el pase a la final d

e tres novilleros que, quién lo duda, habían dado lo mejor de sí mismos en sus respectivas actuaciones. Pero en el toreo eso no es siempre suficiente y en el camino se quedaron dos o tres nombres que habrían merecido estar en la final pero, una vez más, el agua pasada no debe mover ningún molino...

El vestido de torear que regala la Maestranza ya es de Antonio Medina, que había mostrado absoluta hambre de triunfo y sincera disposición para pasar a esta final en el primer festejo clasificatorio. Ayer cortó dos orejas de distinto peso: la primera –merecida- después de torear de menor a mayor ajuste a un novillo –el tercero- que galopó y se movió con menos complicaciones que sus hermanos de camada. El alumno del Patronato de Tauromaquia de Badajoz encontró el tono definitivo por el lado izquierdo para alumbrar el toreo más ligado y reunido de su labor. Supo ir a más, calentar el cotarro con la traca final y, a pesar del medio espadazo, cortar una oreja que le hacía firme candidato a la victoria.

Antonio Medina volvió a tirar de entrega entusiasta con el manso sexto, que estuvo a punto de llevárselo por delante en el inicio de una faena en la que, como en botica, hubo de todo. La sincera ilusión con la que afrontó el compromiso y un final algo más compacto animaron a la parroquia a pedir otra oreja. La gente y el palco estaban por agradar y aunque se llevaron al chaval a hombros hasta el hotel estaba culminando una final espesa y de escasos argumentos.

A Márquez y Muñoz les vino un poco ancha la prueba aunque no volvieron la cara en ningún momento. Hay que valorar especialmente el esfuerzo de Jesús Muñoz que, pese a su edad, es el menos placeado. El cigarrero mezcla verdor y buen corte a partes iguales y hay que reconocer que el chaval no se arredró después de la tremenda paliza que se llevó del segundo novillo al que llegó a torear con empaque clásico sin conseguir redondear la faena. Con el quinto –que recibió a portagayola- no fue capaz de resolver la papeleta esta vez. Era difícil estar delante.

Juan Márquez volvió a enseñar que se encuentra mucho más a gusto manejando el capote que la muleta y que ésta la desliza mejor con la mano izquierda. Llegó a torear con buen trazo al primero de la noche, un novillo que se movió con aire de locuno. Con el cuarto no fue capaz de conectar con la parroquia aunque los naturales volvieron a ser su mejor arma. La faena, progresivamente diluída, se remató de un feo sartenazo.