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Actualizado: 08 may 2022 / 22:22 h.
  • Escribano: una gesta incompleta

Cuando saltó el quinto la corrida -como la propia jornada de resaca- pesaba como una maciza losa. El exceso de tiempos muertos y el metraje desmesurado para un festejo de estas características se habían puesto tan a contrapelo como el propio juego de los toros de Miura que, como en San Miguel, no terminaron de convencer por una presentación en la que hubo de todo. Pero más allá de la fachada estaba el contenido: el abecerrado primero había sido tan vivaz como corto de viajes; deslucido y descompuesto el segundo; correoso el tercero y un auténtico barrabás el cuarto...

Hasta ese momento Escribano había puesto toda la carne en el asador en la lidia, banderilleando con desigual fortuna y pasando demasiado tiempo en la cara de los toros cuando era más que palpable que no tenían un pase más. En estos días se ha repetido con recurrente frecuencia una frase de Pepe Luis Vázquez: “al toro de Miura hay que darle los pases que tenga; si son tres, tres y si son treinta, treinta...” Manuel no se aplicó a la norma y en su afán de agradar y justificar su gesta –ya era un triunfo haber metido casi tres cuartos de entrada en este domingo de posferia- alargó en demasía los trasteos.

Eso sí: el público que ayer se sentaba en la plaza de la Maestranza era un auténtico gustazo por respetuoso, prudente y, definitivamente, entregado a cualquier atisbo de lucimiento. Desde esa premisa agradecieron los esfuerzos del torero desde que saltó ese primero que cazaba moscas con el rabo hasta que dobló un sexto claudicante al que toreó mejor de lo que merecía. En medio de todo eso hay que anotar hasta seis tercios de banderillas de todas las marcas, incluyendo la invitación a banderillear a José Chacón y Fernando Sánchez que llegó a comparecer dos veces cobrando el par de la tarde al tercero con sus peculiares pasitos marchosos. Tres fueron las veces que Escribano se marchó a portagayola aguantando las distracciones de sus enemigos. También hubo brindis reseñables: el cuarto a Morante, que vestía un deslumbrante terno blanco; el sexto a Joaquín, que aguardaba esta vez en el tendido sumando el enésimo monterazo.

No, no cabe detallar demasiado la lidia de esos primeros cuatro toros, más allá de resaltar las asperezas de su comportamiento. Pero como dicen que no hay quinto malo –otro bicho demasiado magro de carnes- la decoración iba a cambiar cuando empezaba a cundir el desánimo. Fue un animal que desconcertó a todas las cuadrillas de salida, que recibió el primer puyazo en el caballo de tanda y que amagó con blandear sin que la sangre llegara al río. Manuel se apercibió de sus posibilidades y se puso a torearlo con templanza, trazo nítido y firmeza en una faena que tuvo la virtud de ir a más. El público, ya lo hemos dicho, se metió desde el primer muletazo en una faena bien hecha y bien dicha por ambas manos en la que el ‘miura’ se desplazó con el particular sentido de la nobleza que tiene esta ganadería. El asunto ya sonaba para premio y el fulminante estoconazo animó la petición del doble trofeo.

Gabriel Fernández Rey –ya saben que el diablo sabe más por viejo que por diablo- aguantó el segundo pañuelo jugándose la bronca. Vistos ciertos precedentes, no quería abrir la primera hoja de la célebre puerta que, con ese acicate, le habría costado negar saliera como saliera el sexto. El enfado de Escribano era evidente... El ‘miura’ que cerró la tarde y la Feria de la vuelta a la normalidad tampoco iba a ser compañero de fiesta. Ya lo hemos comentado: lo toreó con pulso y aplomo y llegó a enjaretarle algún natural de buen trazo. La espada cayó feo. Así se acabó esta feria y un año más estuvimos para contársela sabiendo que es una más pero también una menos. Fue un placer.

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: Se lidiaron seis toros de Miura, muy desigualmente presentados incluyendo algunos ejemplares –sobre todo el primero- demasiado abecerrados. El juego global del encierro fue declinante y planteó demasiadas dificultades. Si resultó noble y más que potable el quinto.

Único espada: Manuel Escribano, de blanco y oro con sedas de colores, cosechó el siguiente balance: ovación, silencio, silencio, silencio tras aviso, oreja con fuerte petición de la segunda y ovación de despedida tras aviso.

Incidencias: la plaza registró casi tres cuartos de entrada en tarde veraniega. Destacaron, además de Chacón y Sánchez, los picadores Espartaco y Manolo Quinta. Actuaron de sobresalientes, sin dar un solo capotazo, Antonio Fernández Pineda y Jeremy Banti. La corrida duró casi tres horas.