El cartel de esta tarde marca el argumento de la Feria de Abril. Antonio Ferrera, José María Manzanares y Andrés Roca Rey son los actores naturales de esta lujosa apertura que, de alguna manera, ya había venido hecha desde la calle. Pero la terna de hoy también dicta el guion completo de un ciclo en el que suman tres paseíllos por coleta. El alicantino y el peruano, además, añaden un cuarto compromiso en la Feria de San Miguel que les convierte en los dos pilares de la temporada y el abono de la plaza de la Maestranza. Los toros de Victoriano del Río -aún resuena el recuerdo del excelente Derramado- completan este primer plato que ha vuelto a desbordar la expectación.
Ferrera debuta en esta fecha lujosa por derecho propio. El diestro extremeño -en el mejor momento de su vida profesional con más de veinte temporadas de matador a sus espaldas- ya había sido el autor de la mejor faena de la Feria de Abril en las ediciones de 2014 y 2015 con sendos toros de Victorino Martín. Volvió a llevarse el premio en 2017, sumándolo al de triunfador del ciclo sevillano gracias a una épica actuación con sus victorinos y al reveleador trasteo instrumentado a un toro de El Pilar que le permitió mostrar su virtuosismo taurino.
Nadie dudaba que José María Manzanares estaría incluido en esa terna. El diestro alicantino mantiene intacto el idilio que le une al público sevillano a pesar de los altibajos de las últimas temporadas. Josemari ha dictado algunas de las mejores páginas de su vida profesional en el ruedo de la Maestranza y ha asegurado en el filo de su espada infalible el resultado de algunas tardes más tibias. Eso sí: el aficionado quiere verlo al nivel de los días grandes. El año pasado cortó dos orejas que supieron a poco. Su última gran faena en Sevilla, por ahora, la cuajó en la feria de San Miguel de 2016 con un toro de Matilla. Fue, con mucho, la mejor de aquel año.
La tercera pata del banco la sostiene un hombre de la casa Pagés, Andrés Roca Rey. Pero su inclusión en el cartel no entiende de ningún favoritismo. El joven matador peruano ya despuntaba como figura antes de tomar la alternativa. Roca ha sabido encajar en la primera fila del toreo con naturalidad, aupado por su irreductible voluntad de triunfo y las indudables virtudes que sostienen un concepto taurino que, ojo, va mucho más allá de los artificios y el llamado toreo posmoderno. El matador limeño fue el único que consiguió, además, cortar las dos orejas a una misma res en la pasada campaña. Lo logró con un ejemplar de Victoriano del Río, la misma vacada que se lidia esta tarde, al que supo entender a la perfección administrando sus gotas de mansedumbre hasta redondear una de las faenas más rotundas de la feria. Roca tuvo esa tarde muy cerca la ansiada Puerta del Príncipe.
Pero también toca, inevitablemente, hablar de quien no está. Morante de la Puebla ha renunciado voluntariamente a actuar en abril. Su presencia se había convertido en una constante en la tarde de Resurrección, solamente interrumpida en los dos años amargos de la rebelión del G-5. El diestro cigarrero retrasará el inicio de su temporada hasta la Feria del Caballo y demorará su retorno al coso maestrante hasta septiembre. Toca esperar.