Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 02 jul 2022 / 10:05 h.
  • El triunfador absoluto del ciclo fue el mexicano Isaac Fonseca. Foto: Arjona-Pagés
    El triunfador absoluto del ciclo fue el mexicano Isaac Fonseca. Foto: Arjona-Pagés

Con el mes de junio también han concluido esos festejos picados que forman parte indisoluble del abono de la temporada en la plaza de la Maestranza. No deja de ser otro capítulo recuperado dentro del calendario de costumbres que nos había sido arrebatado por dictado del covid. En 2020 llegaron a anunciarse hasta siete festejos que quedaron en papel mojado y en 2021 la oferta se redujo, como la propia temporada, a dos únicas novilladas insertadas en aquella Feria de San Miguel que condensó la campaña de transición. La oferta para 2022 han sido seis festejos picados en los que, presuntamente, deberíamos haber visto a la flor y nata del escalafón menor. No ha habido lugar para huecos libres o carteles en blanco, festejo de triunfadores o simbiosis con el Circuito Andaluz de Novilladas. La puerta se ha cerrado en falso...

El ciclo se ha dividido en dos tramos diferenciados: los dos festejos dominicales y las nocturnas de jueves que siguieron al parentésis rociero con mejor rédito en la taquilla. Todos los actuantes, dieciocho en total, han jugado una única carta sin hacer distingos ni oportunidad entre los que se agarraban al último clavo ardiendo de sus carreras o esos cuatro o cinco nombres propios –no podemos contar muchos más- que sí tienen verdaderas posibilidades de navegar en la profesión. Frente a ellos han tenido seis hierros de distinto aire y encastes en los que ha sobrado mansedumbre. Y una advertencia previa: este resumen no es un sumatorio o recuento de orejas que dependen del aire cambiante del público y las veleidades de los palcos. El análisis va por otro camino. El cómputo, que nada aporta, lo dejamos para los amantes de la estadística.

Resumen de las novilladas de abono: algunos nombres que recordar
Calerito pisó por última vez la plaza de la Maestranza en calidad de novillero. Foto: Arjona-Pagés

El cuadro de honor: Fonseca, Martínez, Calerito, Navas...

El serial había comenzado con buen pie, sumando en el mismo cartel a dos de los integrantes de una posible terna ideal. El mexicano Isaac Fonseca –que ahora convalece de un duro percance sufrido en Las Ventas- fue el gran triunfador del festejo y de todo el ciclo al cortar dos orejas incontestables de un gran novillo de Curro Núñez Benjumea –guinda de un encierro tan interesante como desigual- que habría merecido la vuelta al ruedo. Fue una faena variada, fresca, también muy bien vendida, que levantó la tarde y terminó de amarrar un triunfo inapelable. Pero es que dio gloria ver a un novillero comportarse como tal, desinhibido, puesto y dispuesto a aprovechar sus propias posibilidades –las que fueran- y la de los utreros que tuvo delante.

Ojo: ese mismo día pudimos contemplar una de las actuaciones más sólidas del ciclo, carente de la misma resonancia por la ausencia de trofeos. El almeriense Alberto Martínez ya había dejado su carta de presentación el año anterior, fajándose con un durísimo encierro de Rocío de la Cámara en una novillada de triunfadores en la que tuvo entrada gracias a su condición de ganador del II Circuito Andaluz de Novilladas. Y Martínez ha vuelto a dejar la impresión de novillero resolutivo, capaz y cuajado, dueño de un valor consciente y sostenido sobre el que se apoya un buen concepto del toreo. Hay que seguir muy pendientes de él.

En la primera fila de la clase hay que incluir también la actuación de un joven vallisoletano, Mario Navas, que ha constituido una de las grandes sorpresas del serial por su clásico concepto y la belleza de un toreo que merece poner el objetivo. Fue en la novillada de cierre, la de Buenavista, que brindo escasísimas opciones para uno de los chavales más esperados: Marcos Linares. A pesar de todo el novillero de Jaén mostró fachada, fondo y recursos para ponerse a la cabeza del escalafón.

Resumen de las novilladas de abono: algunos nombres que recordar
La actuación de Mario Navas fue una de las grandes sorpresas del serial de festejos. Foto: Arjona-Pagés

Pero la verdad es que el cuadro de honor tampoco estaría completo sin ubicar a Calerito que se despidió como novillero de la plaza de la Maestranza volviendo a mostrar esa ecuación de capacidad, aptitud y actitud que le han servido para ir creciendo como torero desde que se presentó con picadores. La espada le privó de cortar una merecida oreja a un novillo de Espartaco. La próxima vez que pise el albero sevillano será para convertirse en matador de toros. Tiene tiempo de recuperarse de las dolorosas lesiones que se produjo el pasado sábado en la final del III Circuito de Novilladas de Andalucía, de la que salió como dignísimo triunfador.

También hay que reconocer la entrega novilleril de El Melli que busco el triunfo con ahínco con la calamitosa novillada de Torrehandilla en el mismo festejo que costó una cornada envainada a Lalo de María, que quiere hacer las cosas bien. Finalmente, a Manuel Diosleguarde se le vio puesto y preparado para su inminente alternativa.

Del purgatorio a las decepciones

Dejaremos en el limbo –el olvido es el juez más severo- las actuaciones de novilleros como Pablo Páez, González-Écija o Álvaro Burdiel antes de detenernos en el caso específico de tres sevillanos que llegaban al abono sevillano necesitados de pegada. Dos de ellos –Daniel de la Fuente y Curro Durán- han logrado cortar oreja y el tercero, Emilio Silvera, pasó muy de puntillas. De la Fuente ya ha anunciado su retirada y Durán debe valorar el peso del trofeo en función del importante novillo de Clotilde Calvo que tuvo delante. Silvera, por su parte, ha llegado a un punto de no retorno. El tiempo pasa.

Y no queda más remedio que nombrar las auténticas decepciones: la primera, por su resonancia local y la alcurnia de sus apellidos, fue la de Manolo Vázquez, que sembró demasiadas dudas sobre su futuro en su segunda novillada en la Maestranza. No queda demasiado claro qué pintaba anunciado en Sevilla un novillero como Santana Claros, que lleva una década vivaqueando en el escalafón menor. Tampoco tenía demasiado agarre el encaje del sevillano Jesús Álvarez, más allá del compromiso adquirido por la empresa antes de la pandemia. Salvó los muebles pero acudió a Sevilla falto de la más mínima forma y presencia para hacer el paseíllo. En cualquier caso, el petardo más indisimulado -imposible de tapar o justificar- lo pegó Joselito Sánchez, un novillero de Morón que había cortado dos orejas en esta misma plaza el pasado 12 de octubre en un festejo sin picar. Pero eso ya no cuenta. No tiene la más mínima firmeza para ponerse delante del utrero

Dentro del apartado ganadero, a riesgo de la reiteración, hay que anotar una media baja en comportamiento y presentación –se nota la crisis en los almiares- por más que salieran algunos ejemplares sueltos que no siempre fueron aprovechados en todas sus posibilidades. El recuerdo anota la falta de alma del encierro de Villamarta que brindó algún ejemplar potable; la mansedumbre extrema de los novillos de Espartaco o José Luis Pereda que, sin embargo, soltó un primero de nota. En el envío de Núñez de Tarifa hubo de todo pero también dos ejemplares importantes; decepcionaron los pupilos de Torrehandilla y los de Clotilde Calvo, con sus carencias, mantuvieron el interés echando un ejemplar, el cuarto, de esos que pueden cambiar la carrera de un torero.

A partir de ahí cabe hacer algunas reflexiones finales sobre la vigencia de estos festejos que constituyen un auténtico oasis en medio de la impresionante sequía de novilladas con picadores. Deben mantenerse; contra viento y marea. Pero el modelo puede y debe cambiar adoptando formato de campeonato o ligha, buscando la alianza con otros certámenes y, sobre todo, primando a los mejores sobre el pelotón. Urge un mejor y mayor conocimiento del escalafón, un veedor de talentos, tomar el pulso a la novillería para anunciar a los más capacitados, repetir a los mejores... El futuro está en juego. Y no está exento de nubarrones.