Judo
Mosakhlishvili y Tsunoda pierden sus batallas por el bronce
El hispano-georgiano (-90kg) y la ilerdense (-70kg) caen en el último escalón por el metal en una jornada en la que se permitieron soñar
Salió corriendo del tatami Tristani Mosakhlishvili (-90kg), como si quisiera que aquello acabara cuanto antes. Salió con el semblante triste, reflexiva, pero paciente, Ai Tsunoda (-70kg), como si quisiera ver que el camino continúa. El hispanogeorgiano y la ilerdense (de padre japonés y madre francesa), que pasaron el miércoles batallando por una medalla, acabaron cediendo en el último escalón. Mosakhlishvili, tras perder la semifinal, tampoco pudo superar la final de consolación, quedándose con el cuarto puesto. Mientras que Tsunoda, que llegó desde la repesca, también acabó perdiendo el combate con el que hubiera obtenido uno de los dos bronces en disputa.
Mosakhlishvili, a quien llaman Tato, nacionalizado español por carta de naturaleza en enero de 2022, se clasificó para las semifinales en una matinal en la que venció sus tres combates con una notable superioridad. Tras ganar al tayiko Komronshoj Ustopiriyon, al kirguís Erlan Sherov (vigente bronce mundial) y al brasileño Rafael Macedo, Tato cayó ya en la semifinal frente al número uno y oro olímpico en Tokio, el también georgiano Lasha Bekauri. No se repuso de esa derrota.
En un combate durísimo, y condicionado por las dos penalizaciones que acumularon los dos judocas antes de la 'tecnica de oro', Tato acabó sumando su tercer 'shido', con el que se confirmaba su derrota. Al concluir el combate, se abrazó con su antiguo compatriota Bekauri y alzaron juntos las manos ante el público. El griego Tselidis, doble bronce europeo, supo defenderse después de apuntarse un tempran waza-ari. Tato, desconcertado, ya no supo cómo meterle mano.
El camino de Ai Tsunoda
También concluyó su lucha por la medalla Ai Tsunoda, cuya determinación obligaba a tenerla en cuenta. Perdió en el combate definitivo de la repesca contra la austriaca Michaella Polleres, que no le dio opciones con un 'ippon' que dejó a la ilerdense sin respuesta alguna.
La deportista de 22 años, con su característica cabeza rapada, ha tenido una vida marcada por el judo. Su padre, Go Tsunoda, hijo de otro judoca, dirigió al equipo británico en los Juegos de Londres, además de a Portugal y a judocas rusos. Su madre, Céline Roustant fue campeona de España en 2011. Ai, criada en el 'dojo' que sus padres abrieron en Lleida, concluía así sus primeros Juegos Olímpicos.
Su periplo en París, en cualquier caso, fue encomiable. Tras vencer a la polaca Pogacnik en octavos (lo que le aseguró la repesca), perdió en cuartos contra la croata Barbara Matic, doble campeona del mundo. Para lograr el bronce, Tsunoda tenía que ganar dos combates. Lo hizo en el primero, ante la japonesa Saki Niizie, campeona del mundo en 2023, sentenciada por su falta de combatividad. Pero la austriaca Polleres cercenó el sueño y el bronce.
Tsunoda, que nunca cambia el gesto, se limitó a saludar a su rival. Y ya en la zona mixta, sólo dijo que quiere seguir haciéndose fuerte. Que esto no la detendrá. El camino sigue, aunque ya no sea en París.
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