Opinión | Tribuna
La Europa populista
Cuando una parte muy significativa de la ciudadanía europea percibe que las cosas están mal es porque están mal. Y así lo expresa en las urnas desde hace décadas en cada ocasión que ha tenido. También lo han expresado en las calles. Sin duda, la mejor muestra del malestar difuso ha sido el resultado de las recientes elecciones europeas y el avance sin precedentes desde la segunda guerra mundial de partidos populistas y de extrema derecha.
Viene de lejos y no cabe alegar desconocimiento. Hace casi cuarenta años años que se puso en marcha un “descensor social” en Occidente, que se aceleró desde inicios del siglo XXI con la incorporación de China a la Organización Mundial de Comercio en 2001. Branco Milanovic lo resumió muy bien en su conocida curva del elefante demostrando cómo entre 1988 y 2008 las sociedades occidentales fueron perjudicadas por la globalización de inspiración neoliberal.
Un proceso silencioso de recomposición de una amplia y diversa representación de ciudadanos integrada por trabajadores de regiones industriales en declive, un nuevo precariado de servicios, agricultores muy perjudicados por la globalización, jóvenes atrapados en un presente continuo o representantes de clases medias empobrecidas.Vulnerable, sobreexpuesta, empobrecida, que vive en las periferias geográficas y sociales, electoralmente imprevisible y una parte de ella cada vez más radicalizada. Secesión de los ricos, concentración de renta y riqueza, expulsión hacia abajo y hacia los márgenes, aumento de las desigualdades, nueva pobreza y exclusión social, impotencia o inacción de gobiernos y parlamentos. Esta es nuestra ecuación y no deben sorprender los resultados electorales.
Vulnerable, sobreexpuesta, empobrecida, que vive en las periferias geográficas y sociales, electoralmente imprevisible y una parte de ella cada vez más radicalizada
Las élites abandonaron la “resignación reformadora” del siglo XX en cuanto cayó el muro de Berlín y la globalización neoliberal pudo superar y eludir la capacidad de los parlamentos nacionales para controlar y regular. La Unión Europea es tal vez el mejor ejemplo de cómo la utopía neoliberal pudo finalmente materializarse en tratados. El poder cambió de lado de la mesa. Gran parte de estas transformaciones tenían que ver con los grandes desacoplamientos provocados por la globalización y con la radical transformación global en las formas de organización del trabajo con todo lo que ello implicaba.
Lo cierto es que hace décadas que la Cuestión Social, con mayúsculas, regresó a nuestras sociedades occidentales y merece toda la atención, porque en afirmación de Tony Judt “como sabían muy bien los grandes reformadores del siglo XIX, la Cuestión Social, si no se aborda, no desaparece. Por el contrario, va en busca de respuestas más radicales”.
Sabemos que la desigualdad es muy corrosiva y tóxica para la democracia, porque alimenta la desconfianza, la desafección política y las tentaciones de repliegue. Y el repliegue remite a la construcción de muros, reales o metafóricos. A que prosperen falsas narrativas nostálgicas de retorno al Estado, de proteccionismo económico y de erosión del proyecto político común. Narrativa muy peligrosa porque, a diferencia de Estados Unidos y China, conviene recordar la acertada observación de Emilio Lamo: en la Unión Europea hay estados que son pequeños y estados que todavía no saben que son pequeños.
Sabemos que la desigualdad es muy corrosiva y tóxica para la democracia, porque alimenta la desconfianza, la desafección política y las tentaciones de repliegue
No es solo la economía lo que lo explica el momento actual. La inmigración percibida como problema, la brecha cultural entre comunidades, el temor a la destrucción de la comunidad y la identidad nacional, la sensación de ser mayorías amenazadas en su propio país, el choque de solidaridades y el temor a la privación relativa, la percepción de riesgo de desintegración del nosotros, el fracaso de los modelos de gestión de la multiculturalidad…y tantas otras cuestiones que no solo explican el malestar sino que pueden erosionar como nunca antes el propio proyecto político europeo.
Las fracturas sociales se han transformado en fracturas políticas (y quién sabe si en fracturas civiles como ya ocurre en Estados Unidos). El adelgazamiento de la parte central de las sociedades se ha traducido en el adelgazamiento de los partidos tradicionales de centroderecha y centroizquierda. Y hay millones de ciudadanos crecientemente alejados de sus representantes políticos tradicionales porque tiene la sensación de que el sistema democrático no les representa de forma adecuada.
Los tiempos han cambiado. Ha cambiado la capacidad del Estado “soberano” para formular políticas y ha cambiado la sociedad. La lealtad del electorado europeo se ha modificado a la par que se ha modificado la estructura social y los partidos tradicionales ya no cuentan con “bases naturales”. En ese contexto, ante la jibarización o el desplazamiento a la derecha de los partidos liberales conservadores, la falta de alternativa de una socialdemocracia desconcertada muchas veces limitada a subrayar “el dorado de las pequeñas diferencias” que diría Sennett, y el fracaso de la utopía neoliberal, el nacionalpopulismo encuentra amplios apoyos entre los que se sienten perdedores de la globalización. Han sabido canalizar ese malestar difuso ocupando el vacío político dejado por los partidos tradicionales.
La lealtad del electorado europeo se ha modificado a la par que se ha modificado la estructura social y los partidos tradicionales ya no cuentan con “bases naturales”
He echado de menos claras referencias a esta cuestión central en el programa de gobierno (acordado entre conservadores, liberales y socialdemócratas) para los próximos cinco años presentado por la presidenta Ursula von der Leyen ante el parlamento europeo. A la necesidad de construir una alternativa sobre otros fundamentos. Los campos de discusión decisivos, más allá de su positivo anuncio sobre un programa de apoyo a la vivienda asequible, tienen que ver, a mi juicio, con la discusión en torno al concepto de soberanía, la igualdad, con el papel de los poderes públicos, con la fiscalidad progresiva, con la redistribución de la riqueza, con la justicia social, territorial y ambiental, con la autonomía de la política y con la necesidad de dar esperanza a millones de europeos.
Me ha parecido un programa más reactivo y defensivo que propositivo que, en lo básico, sigue siendo de orientación neoliberal. No veo un cambio de rumbo claro y consistente. Y para recuperar la confianza ciudadana no basta con poner líneas rojas a los partidos nacionalpopulistas en presidencias y comisiones. Mi hipótesis es que sin reforzar el pilar social no hay Europa política. Y sin Europa política es imposible que la Europa geopolítica pueda avanzar en el doble reto pendiente de profundización y ampliación que el Consejo ha aprobado y que la presidenta anunció. Y más ahora con el nuevo parlamento basculado hacia la extrema derecha y un nuevo Consejo que cuenta con amplia representación de presidentes populistas.
Hemos entrado en una nueva era. Es tiempo de transiciones y naturalmente esta parte del mundo no quedará al margen. Europa navega ahora por aguas encrespadas. El riesgo mayor en este cambio de época sería que el proyecto europeo quedase encallado. No es tarea sencilla, pero nos va mucho en ello. Porque será mejor si seguimos navegando juntos y somos capaces de encontrar un rumbo seguro que si cada uno pretende encarar el temporal en pequeñas embarcaciones a la deriva.
- Los Reyes Magos lanzarán bolas de 100 euros en la Cabalgata de este pueblo a diez minutos de Sevilla
- Las lluvias pueden llegar el domingo a Andalucía a estas provincias según Aemet
- El cupón de la ONCE riega de dinero Andalucía con dos provincias agraciadas con 630.000 euros
- Sueldazo de la ONCE: Resultado del sorteo de este sábado 30 de noviembre de 2024
- Comer en el centro de Sevilla, misión imposible: el 85% de las mesas están reservadas a una semana de la Magna
- El Cuponazo del Black Friday deja 800.000 euros en estos dos pueblos de Andalucía
- Cuponazo de la ONCE: Resultado del sorteo de este viernes 29 de noviembre de 2024
- Bonoloto y La Primitiva: Resultado de los sorteos de este sábado 30 de noviembre de 2024