Opinión | EL TRASLUZ

El factor de incertidumbre

El factor de incertidumbre.

El factor de incertidumbre. / Shutterstock

Supongamos que usted cocina un potaje ateniéndose literalmente a la receta de la tele. Son cinco o seis pasos, algo sencillo, acabará enseguida. En esto, llega el momento de añadir la sal y usted confunde el salero con el azucarero, de modo que, sin querer, suaviza el plato. El resultado puede ser catastrófico o, por el contrario, mejorar la receta. Supongamos que la mejora: usted acaba de añadir un punto de creatividad a algo rígidamente establecido. Ha abolido el algoritmo tradicional para alumbrar uno que supera al anterior. El error nos mata o nos hace más fuertes.

    La realidad biológica es algorítmica en la medida en la que sigue las instrucciones (la receta) del ADN. Pero ocurre de súbito un cambio medioambiental que obliga a reaccionar al organismo al margen de la instrucción. El organismo muta y adquiere una nueva capacidad adaptativa. Sobrevive el que muta, es decir, el que se carga el algoritmo. A eso hemos venido al mundo, a cargarnos el algoritmo, que es la versión lógica de matar al padre.

     Resulta que usted tenía su vida perfectamente programada para llenarla de viajes y aventuras. Pero de súbito se enamora de una persona poco dada al movimiento y funda una familia estable, con un préstamo hipotecario a 20 años. Es lo que le ocurrió al cazador recolector prehistórico: que descubrió la ganadería y la agricultura y devino sedentario, pobre. El factor emocional es muy dado a quebrar el diagrama de flujos. No digamos el inconsciente, que se manifiesta cuando ya ni lo esperábamos para exigir el cumplimiento de un deseo reprimido en la infancia.

    La realidad es algorítmica, pero no tanto. Las grandes empresas como Amazon guardan la receta de sus complejos algoritmos bajo llave porque tienen miedo de que alguien confunda la sal con el azúcar, incluso de que alguien, en vez de salar el guiso, lo endulce a propósito, por ver qué pasa. Gran parte de los avances científicos se han dado por ese “a ver qué pasa” o por confundir el tubo de ensayo de la derecha con el de la izquierda. Estamos en manos de los algoritmos de la banca y de los de los grandes almacenes y de los de las grandes empresas de logística. Pero bastaría quizá con que usted o yo alteráramos los pasos del pedido electrónico para que temblara uno de esos gigantes. Se llama factor de incertidumbre y está a la que salta. ¡Ánimo!

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