Las dudas sobre el método Fallarás

 La periodista Cristina Fallarás ha conseguido que se denuncie un supuesto caso de violencia sexual y comportamientos machistas y abusivos del exdiputado de Sumar Íñigo Errejón, fuera ya de todos sus cargos. Cuenta que lleva mucho tiempo recibiendo denuncias anónimas a través de Instagram. “Los mensajes los publico tal y como me llegan y no mantengo con el testimonio ningún tipo de relación más allá de darle las gracias porque lo que hace es durísimo y dolorosísimo. No me he planteado, jamás, que esas mujeres mientan porque no conseguirían nada”, ha explicado la propia periodista en televisión.

Fallarás asegura haber recibido más de mil testimonios que afectan a políticos de todos los partidos tras estallar el caso del exportavoz de Sumar. El próximo 11 de noviembre saldrá su libro “No publiques mi nombre. Testimonios contra la violencia sexual”, en el que la periodista y escritora dice que lleva trabajando más de un año y del que ha aclarado que “no sale al calor de lo de Errejón”.

Sin restar un ápice de valor a lo que ha conseguido Fallarás: ¿la denuncia anónima a través de redes sociales es un espacio seguro para las presuntas víctimas de abusos y violencia sexual?

Sin restar un ápice de valor a lo que ha conseguido Fallarás: ¿la denuncia anónima a través de redes sociales es un espacio seguro para las presuntas víctimas de abusos y violencia sexual? Esta es la cuestión que inevitablemente se ha puesto sobre la mesa. Es una pregunta pertinente. Los comentarios que ponen en duda el testimonio de las denunciantes y consiguen darle la vuelta al relato, hasta conseguir que la víctima sea la culpable, forman parte de las reacciones previsibles de una sociedad machista que sigue abonada al “algo haría”, “¿por qué no se fue?”, “nadie se cree eso”… Se aderezan además con mensajes que criminalizan a la mujer y piden que tenga un vida perfecta y pura si quiere denunciar. Superando esto, poniendo por delante el “Yo sí te creo”, habría que ir un poco más allá, ¿es seguro para ellas hacerlo así?

Amparo Díaz es abogada, experta en violencia de género y lleva más de dos décadas asistiendo a víctimas de la violencia machista, “tratando de cambiar el sistema judicial desde dentro”. Sus reconocimientos son muchos. Su compromiso feminista es incuestionable. “Sería muy importante que las víctimas de violencia sexual puedan tener espacios seguros para desvelar sus casos en los juzgados”, es su primera afirmación. “En los juzgados hay muchas más garantías, hay proporcionalidad y responsabilidad. Las redes sociales no tienen capacidad para hacer justicia”, sostiene la abogada.

Su mensaje es de prudencia. Ella cuenta como trabaja. Cuando llama a su puerta una presunta víctima de violencia sexual o machista habla con ella horas, analiza su caso durante días, sopesa todos los escenarios y trata de buscar el camino más seguro para que esa denunciante obtenga la condena que corresponde a su presunto agresor ante la justicia. “Mi experiencia me lleva a ser extremadamente prudente”, avisa. Desde el respeto absoluto a las víctimas, que acredita su currículum, la abogada sostiene que la denuncia anónima puede dar lugar a “ajustes de cuentas” y también poner en peligro a las denunciantes. “El camino más preparado para proteger a las víctimas es el judicial”, insiste.

La reforma judicial de la ‘ley del sí es sí’ permite que los delitos sexuales sea investigados de oficio por la Fiscalía pero la denuncia la tiene que corroborarse por la víctima en última instancia. El ministerio público tiene que llamar a la agredida y que ella sustancie la denuncia, explica Amparo Díaz. “Es la supuesta víctima la que tiene que probar el delito porque existe la presunción de inocencia”, agrega.

La reforma judicial de la ‘ley del sí es sí’ permite que los delitos sexuales sea investigados de oficio por la Fiscalía pero la denuncia la tiene que corroborarse por la víctima en última instancia

Un juez ha abierto una investigación contra el exdiputado de Sumar y la mujer que lo denunció ha asegurado a las televisiones: “No quiero ir de víctima”. En los relatos públicos que la denunciante de Errejón ha hecho en redes hay elementos que podrían volverse en su contra, avisa la letrada. “Jamás recomendaría a una mujer que cuelgue en redes su relato o que haga estas declaraciones”, sostiene la abogada experta en violencia de género. Díaz lleva mucho tiempo peleando porque haya asesoramiento legal en los centros de orientación para mujeres, que se sientan acompañadas y asesoradas si deciden denunciar o, incluso, si deciden no hacerlo.

¿Y si no se quiere una condena judicial sino social o institucional? ¿Están las mujeres obligadas a acudir a los juzgados? ¿Se puede exigir a una víctima que pase por un proceso judicial? ¿No es comprensible que en el caso de alguien, un político, que acumula mucho poder y que está siendo encubierto en sus actos, las mujeres no quieran exponerse? ¿Debemos exigir a las víctimas que salgan del anonimato? Las preguntas son muchas. Las respuestas diversas.

Los testimonios anónimos, si son veraces, están amparados en el ámbito constitucional, ha explicado el magistrado Joaquim Bosch. Esas denuncias al Instagram de Fallarás están amparadas por el derecho a la libertad de información, agrega. El afectado puede poner una denuncia por calumnias o injurias si los hechos son falsos y quien difunda la información sin haber cumplido con las cautelas ser condenado. Errejón, a su manera, se autoinculpó en su comunicado. En el método Fallarás ¿se cumple la comprobación que permite garantizar que los hechos son veraces, de interés público y relevante? Me quedo con un aviso de quienes llevan años peleando en los tribunales contra la violencia machista: “Las redes sociales no hacen justicia”. Y con un temor: que todo esto quede reducido a un circo. Sería muy doloroso.