Opinión | Elecciones en Estados Unidos
La victoria de Donald Trump pilla a Europa con el pie cambiado
Los gobiernos europeos tendrán que resignarse a cuatro años de presidencia de un Trump con seguridad más centrado en la defensa egoísta de los intereses de su país que en la obsesión europea con la guerra de Ucrania y la Rusia de Putin
La reconquista de la Casa Blanca por el ex presidente republicano Donald Trump pilla a la mayoría de los gobiernos europeos con el pie cambiado.
Si se exceptúa al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, repudiado por sus colegas por su aproximación al Kremlin, los gobernantes europeos no sólo deseaban sino que además confiaban en una derrota del republicano.
La misma víspera de las elecciones, uno pudo todavía escuchar a destacados políticos alemanes tanto del Gobierno como de la oposición expresar en público su deseo de un triunfo de la demócrata Kamala Harris.
Lo mismo han hecho durante semanas los principales medios de este país, donde escribo, como la mayoría de los medios de comunicación – prensa, radio y televisión- no sólo alemanes sino de todo el continente.
Es fácil equivocarse cuando los diarios de referencia son The New York Times o The Washington Post o emisoras como la CNN o la CNBC, decididamente partidistas a favor de Harris.
Pudo más lo que los ingleses llaman “wishful thinking” –el hecho de tomar los deseos de uno por realidad- que un frío análisis del estado de ánimo del país.
Las acusaciones de “fascista” continuamente lanzadas contra el republicano tanto por los demócratas, Kamala Harris incluida, como por los medios no hicieron mella en un gran sector de la población, más preocupado por el coste de la vida que por el derecho de las mujeres a abortar, principal caballo de batalla de la demócrata.
Hay que tener además en cuenta el papel de las redes sociales como Tik Tok y los numerosos medios digitales de EEUU, muchos de ellos favorables a Trump o al menos críticos con Harris.
Harris no fue capaz de explicar convincentemente a sus compatriotas en qué iba a cambiar su política, en el caso de llegar a la Casa Blanca, con respecto a la que ha defendido durante casi cuatro años como vicepresidenta de Joe Biden.
Por ejemplo, en el decidido apoyo al genocida Estado sionista, que es también, por desgracia, el que muestra Trump, ya que sólo la candidata del pequeño partido Verde, Jill Stein, ella misma judía, podría haber representado un cambio.
El discurso casi siempre brutal y racista de Trump en relación con los inmigrantes que entran por la frontera sur con apoyo, según él, de Biden y Harris, que ven en ellos futuros votantes demócratas, logró convencer al sector de la población menos educado, pero también el más directamente afectado.
Como también convencieron a muchos norteamericanos las denuncias del ex presidente republicano de haber sido objeto de una persecución implacable de la justicia, controlada, según él, por el Gobierno de Joe Biden, algo que parece presagiar una purga en cuanto llegue a la Casa Blanca.
Los gobiernos europeos tendrán pues que resignarse a cuatro años de presidencia de un Trump con seguridad más centrado en la defensa egoísta de los intereses de su país que en la obsesión europea con la guerra de Ucrania y la Rusia de Vladimir Putin.
Y además en un momento de debilidad del eje franco alemán, con una coalición gobernante en Berlín totalmente disfuncional, y una presidencia francesa a la que rechaza la mayoría de la población.
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