Opinión | Mollete de calamares
No son pescaditos, son pijotas
Mostrador de Beli Pescadería. / Rocío Soler Coll
En los madriles, llaman a Andalucía ‘el Sur’. Hasta ‘el Sur’ baja la gente a comer pescaditos fritos. Y nadie se toma la molestia de distinguir lo que cae en el plato. Acedía, pijota, corvina o choco son palabras sacadas de una lengua que les suena de algo pero que no alcanzan a entender. Cuenta la leyenda que solo un puñado de cultos comensales nacidos al norte de Despeñaperros, consigue tener claro que cuando va a Málaga no se está comiendo un misterioso pescado llamado ‘espeto’.
Pero esta vez voy a guardar la blanca y verde en el cajón y a ampliar el foco. Analicemos nuestros propios hábitos. Si nos paramos a pensar, ya no es que comamos menos pescado, es que no sabemos distinguir lo bueno de lo no tan bueno, lo salvaje de lo de piscifactoría, lo fresco de lo descongelado, lo de temporada de lo que no lo es. Si a eso sumamos el temor, en su mayor parte infundado, a que comer pescado fresco es muy caro, obtenemos como resultado que en los últimos 14 años ha caído un 30% el consumo de pescado en nuestro país.
En los últimos 14 años ha caído un 30% el consumo de pescado en nuestro país
Como buen cocinillas de mi casa, me encargo de ir al mercado y elegir siempre el pescado en función de lo que haya ese día, la época y el precio. Sin embargo, quienes me preceden en el turno no salen del lomo de salmón o la dorada de piscina. Mientras el salmón de criadero, lleno de grasas provenientes de lo que coman los salmones de criadero, se agota rápido a 20 eurazos el kilo y mientras al pescadero le quitan de las manos las doradas de piscina sin dientes a 10 euros el kilo, yo me llevo un gallo salvaje por 14 euros el kilo o cuatro caballas que no pasan de 6 euros entre todas. Y la pregunta es: ¿por qué?
El precio suele ser la respuesta más frecuente a la hora de explicarnos por qué hemos abandonado el pescado, pero si miramos los estudios del Ministerio de Agricultura y Pesca, el 40% de los jóvenes no lo consume por desconocimiento: consideran que es difícil de comprar o preparar. Pero si salimos de los jóvenes, ese lastre es común a cualquier franja de edad: no conocen variedades, cómo pedirlo, recetas, preparaciones. El resumen es que al 94% de los españoles nos encanta, pero solamente un 23% lo come habitualmente, según datos que maneja la Fesnad (Federación Española de Sociedades de Nutrición y Dietética). Esto es, solo uno de cuatro españoles consume pescado y marisco habitualmente.
En 15 años hemos pasado de 15.000 pescaderías de barrio a solo 10.000 en toda España y bajando
Y dirán ustedes que por qué me ha dado a mí por hablar de pescado. Pues porque la cosa está chunga para pescaderos y pescadores. En 15 años hemos pasado de 15.000 pescaderías de barrio a solo 10.000 en toda España y bajando. Quienes salen a faenar se encuentran con restricciones y dificultades que hacen que ser pescador sea un oficio en extinción. Comer pescado es fácil, a veces, basta meterlo en el horno. Redescubran el pescado, miren los precios y comparen. Y si puede ser, vayan al mercado. ¡Vivan las pijotas!
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