Opinión | Mollete de calamares

La lección de las máquinas

Inteligencia Artificial.

Inteligencia Artificial. / GOBIERNO DE ASTURIAS

 Hoy vuelves a la rutina. Hoy perderás de vista por fin la bandejita de los mantecados y los turrones. Hoy toca la misión imposible de que quepa en su caja de cartón ese árbol que estuvo un año guardado dentro y que ahora parece haber aumentado de tamaño. Hoy no vas a fumar creyendo que nunca más lo harás. Hoy irás al gimnasio creyendo que ya siempre lo harás. Hoy miras la cuenta corriente y vuelves a comprender por qué la llaman cuesta de enero. Hoy comienza de verdad 2025 y si la salud te respeta, hoy verdaderamente arranca un año que pasará aún más rápido que el anterior.

Hoy comienza de verdad 2025 y si la salud te respeta, hoy verdaderamente arranca un año que pasará aún más rápido que el anterior.

Mi primer artículo de este año esta lleno de dudas y de angustia. De ansiedad y de agobio. Porque el miedo al folio en blanco es real. ¿Cómo despertar el interés de quien lee estas líneas? Me pregunto si al lector le interesa el hecho de que, en apenas 10 días, Elon Musk será presidente de Estados Unidos gracias a Trump. Si cree que este 2025 sin elecciones se desarrollará según lo previsto o acabaremos yendo a las urnas. Si teme que los nazis estén a punto de gobernar Austria o en tres meses puedan ganar las elecciones en Alemania. Si son unos puristas de la Cabalgata de Reyes el día 5 de enero o vibraron con Baltasar en la calle Asunción sin importarles el calendario.

El cursor parpadea negro sobre blanco. Sobre el blanco de mi cerebro, que, tras unos días de vacaciones, no quiere desperezarse y enfrentarse a la realidad. En estos momentos siempre pienso que en la tele uno nace y muere todos los días. Que lo dicho, dicho está. Y lo comparo con esta angustia del folio virgen y me pregunto: ¿qué hago yo aquí? Y es entonces cuando sucumbo en la tentación. Mientras el paso del tiempo me aplasta, pienso en los bots de Inteligencia Artificial. Ellos no sienten, no padecen la presión y la inseguridad. La sensación de creer que ya todo está dicho. Tampoco les faltan nunca las ideas ni sufren el síndrome del impostor. Así que allá voy. Me atrevo a hacer el experimento. Y la desolación es aún mayor.

Mientras el paso del tiempo me aplasta, pienso en los bots de Inteligencia Artificial. Ellos no sienten, no padecen la presión y la inseguridad.

Pido ayuda al mismísimo Elon Musk. Más bien al asistente de IA de su propia red social. Entro en X y le pido un texto que hable sobre el paso del tiempo, los miedos de un columnista a escribir cada semana y el papel de la Inteligencia Artificial y el resultado no puede ser más cierto: “mientras nosotros nos debatimos entre la inspiración y la procrastinación, los bots siguen ahí, inmutables, eficientes, sin la menor preocupación por el paso del tiempo. Ellos no conocen la angustia ni la presión de la fecha límite. No tienen la necesidad de ser creativos. Solo precisos”.

Han sido 46 palabras en este texto salidas de la inteligencia de una máquina. Si leyeran el resto, es probable que no pudieran distinguir si las escribí yo o el asistente. Y aunque en parte el experimento me asusta, saco una lección solo al alcance de los humanos. Quizás hemos de aprender algo de las máquinas: dejemos de lado la ansiedad y la angustia por el paso del tiempo. El miedo o la expectativa de lo que está por llegar. Vivamos el presente. Es lo único cierto. Feliz 2025.  

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