Los medios y los días

8-M: cuenta atrás (1)

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05 mar 2019 / 08:08 h - Actualizado: 05 mar 2019 / 08:14 h.
"Los medios y los días","8M: las mujeres paran"
  • 8-M: cuenta atrás (1)

Constitución española de 1978, artículo 14: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Artículo 9 punto 2: “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”.

¡Ea!, no hay más que hablar, se aplica y punto. Oh, hermanos y hermanas, si la vida fuera así... ¿Que no hay más que hablar? ¡Claro que sí! El papel es muy sufrido y el mundo está arreglado al menos desde el siglo XVIII antes de Cristo con el Código de Hammurabi que, por cierto, ni era de papel y visto desde hoy es brutal –como se dice ahora- aunque sigue vigente por aquello del ojo por ojo.

Cuando se someten a la prueba del algodón, esto es, a la realidad, los derechos humanos, las constituciones, los códigos deontológicos, los defensores del pueblo, de los receptores o a la misma ONU, caemos en la cuenta de que todo eso queda bonito y es necesario pero está ahí para que no se cumplan los objetivos para los que tanto escrito e instituciones han sido creados, sólo actúan como los Pepito Grillo de nuestras conciencias. He ahí lo que está padeciendo la especie humana, las mujeres en especial. En mis tiempos teníamos claras dos premisas: una, la libertad y los derechos no los regalan, se conquistan. Dos, no hay que confundir la caridad con la justicia. No sé si el feminismo tiene del todo claro este arranque de todo movimiento revolucionario a pesar de movilizaciones y huelgas calificadas de revolucionarias en determinados círculos. Por cierto, también en mis tiempos una huelga general revolucionaria sonaba como palabras mayores, algo así como bolchevique, y las autoridades fruncían el ceño, por lo menos.

Es evidente, les toca a ellas conquistar sus derechos cuando los hombres no hemos conquistado aún los nuestros a pesar de que les llevemos ventaja y haya que reconocer que llevan mucha razón –no toda- en sus planteamientos. Hicimos el mundo a nuestra imagen y semejanza masculina tanto por tendencias naturales como por creaciones culturales que nos permitían mantener privilegios y ahora se han plantado, hasta aquí hemos llegado, ni un paso atrás, dicen. Y hay que atenderlas y asumir lo que desean. Pero mientras tanto les diré algo que ya saben, al menos lo sabían las mujeres progres marxistas-leninistas de mi época de estudiante, algo relacionado con lo sufrido que es el papel.

Basándome en los textos constitucionales citados al principio, apunto: a mí me han discriminado por razón de mi condición de comunista en otras etapas de la historia de papel de este diario –cuando lo impulsaban hombres y mujeres ligados al PSOE- y también me han apartado de otros medios y no me han dado trabajo en otros, por lo mismo. Ahora lo hacen porque no me controlan, ya no soy comunista, eso lo dejo para mis adentros, ahora soy librepensador por evolución y gracias a la libertad de cátedra que me otorga la universidad, algo con lo que terminarán poco a poco. Hay quien se pregunta por qué escribo en El Correo con la sangría de trabajadores que hizo al cerrar el papel. Porque no me censura y porque a estas alturas de mi vida ya no creo que los obreros sean los buenos y los empresarios los malos, eso es una simplificación vulgar que racionalmente no se sostiene.

Dos, ser ateo, como es mi caso, te cierra las puertas de universidades, medios de comunicación y otras instituciones que colocan a la constitución por debajo de sus principios y se les deja hacerlo porque la misma gente, en general, y la juventud en particular –las mujeres también- tienen asumida una idea: las empresas y entidades privadas hacen con su dinero lo que les da la gana. Por ejemplo, los medios desarrollan una línea editorial de acuerdo a sus intereses aunque vulneren la constitución. Y no les dicen nada. Por ejemplo, utilizan el cuerpo de la mujer para todo y, como mucho, una multita y suma y sigue.

Tres, los “poderes públicos” no tienen “eso” para enfrentarse a los poderes llamados antes “fácticos” con el fin de “promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social” y bla, bla, bla.

Les recuerdo todo esto, señoras. Bienvenidas a la lucha pero, ¿contra quién luchan ustedes?