A Córdoba

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13 sep 2019 / 13:27 h - Actualizado: 13 sep 2019 / 13:29 h.
"Pareja de escoltas"
  • Las imágenes del Nazareno de la Rambla y las Angustías de Córdoba –ambas de Juan de Mesa- aguardan en la iglesia de San Agustín antes de ser trasladadas a la Catedral.
    Las imágenes del Nazareno de la Rambla y las Angustías de Córdoba –ambas de Juan de Mesa- aguardan en la iglesia de San Agustín antes de ser trasladadas a la Catedral.

La cita es este mismo sábado aunque, desde hace algunos días, a 138 kilómetros río arriba sólo se comenta una cosa: los dimes y diretes de la famosa ‘Magna’ y los pronósticos meteorológicos que podrían dar al traste con tantos esfuerzos y el hasta el mismo empeño. Ya saben: se trata de reunir las imágenes de Jesús Nazareno de la provincia de Córdoba –todas las que han aceptado acudir- en las naves de la catedral, erigidas sobre sus pasos y tronos. A este muestrario se unen numerosas imágenes cristíferas de las corporaciones pasionistas de la capital. Y la mayoría de ellas acudirán, formando una peculiar carrera oficial, hasta la propia Seo formando una impresionante procesión que no tiene parangón en la ciudad califal.

Es verdad que se empezó preconizando la grandiosa y brevísima exposición catedralicia pero al final sólo se habla de esa procesión desmesurada que pondrá en fila más de treinta pasos para acceder al primer templo de la ciudad de Osio. En la convocatoria del evento se pusieron sobre la mesa no sé cuántas excusas y efemérides de todo pelaje –de las que ya nadie se acuerda- para sostener este nuevo despliegue que sucede a otras ‘magnas’ recientes: El Vía Crucis de septiembre de 2013 y la procesión de las patronas de junio de 2015.

Vamos a dejarnos de historias. En el fondo del asunto, una vez más, late la reivindicación de la catolicidad del primer templo de la diócesis cordobesa. El obispo de Córdoba, don Demetrio, ha sabido encontrar en las cofradías la clase de tropa que necesita para tomar las calles, colocar a la Catedral en la vanguardia eclesial y combatir ese estúpido laicismo interesado que, entre otras perlas, cuestiona la propiedad eclesial de la antigua Mezquita, reconvertida en catedral cristiana hace casi ocho siglos.

Pero vamos al turrón: más allá de la oportunidad cultural y/o religiosa de ver tantos y tantos pasos juntos bajo las arcadas venerables de la Catedral de Córdoba; de rezar antes esas imágenes de Jesús Nazareno que bendicen los campos de la provincia al alborear del Viernes Santo... Más allá de todo eso, y hasta de la legítima discusión en torno a la convocatoria repetida de un evento de estas características, vuelve a latir el indudable poder de atracción de las cofradías desde todas sus aristas: empezando por la devoción a las imágenes y terminando por la afición a las bandas. Córdoba ya está hasta los topes. Queda mirar al cielo...