Los medios y los días

Ahogados en cortesías, qué agobio

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13 jun 2022 / 04:00 h - Actualizado: 13 jun 2022 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • Ahogados en cortesías, qué agobio

Si en la película esa de Javier Bardem se dice que no sé qué país no es para viejos, esta columna sí que lo es, sin que por ello se le impida la entrada a menores de 60 años que, aunque los sesentones sean personas en la flor, algo mustia, de la vida, ya 60 suena un poco fuerte y por eso anoto precisamente ese número. Yo mientras que vea a los Rolling como los veo y a Paul McCartney cantando en un concierto casi cuarenta canciones de pie, todas seguidas, yendo camino de los 80, me sentiré hecho un chaval, como se llamaba aquella película de la España una, grande y libre, protagonizada por Paco Martínez Soria: Estoy hecho un chaval.

¿Han visto ustedes la cantidad de veces que un buen porcentaje de jóvenes se dan ahora las gracias, lo piden todo por favor, escriben o dicen eso de “gracias por compartir” cuando reciben algo por wasap, o remiten palmitas y otras manitas de agradecimiento? Puede que sea correcto y que nunca sobre pero a mí me empalaga, no sé, me suena ya demasiado fino, demasiado hipócrita, es como los supuestamente educados pijos de mis tiempos -jóvenes y mayores- que se pasaban ya con la cortesía y la educación cuando sabíamos que en realidad eran más bordes que un lebrillo.

Bueno, bueno, es que no hay que dar la impresión de que a alguien ni siquiera se le pasa por la cabeza la incitación al odio o al racismo o a la xenofobia o a la homofobia o a la aporofobia o al machismo... Nada de eso, todos somos hermanos, hermanos e iguales, que no se escape ni una palabra de más, no sea que parezcamos humanos prehistóricos del siglo XX. En estos tiempos, vayas donde vayas a comprar algo, te dicen cuando pagas o cuando consultas: “Nada, que tenga un buen día, caballero”. Eso me dicen a mí, caballero, que ni sé montar a caballo. ¿No suena antiguo? Pues ha llegado el siglo XXI finolis, oh, caballero, oh, capitán, mi capitán. Eso de “niño, tráeme una caña y unas aceitunas”, o estar en casa en la mesa y decirle a tu hija “dame la mayonesa”, nada de nada. Y menos “trae p’acá, coño” o échate p’allá” que es el nombre de un bar en Sanlúcar la Mayor. A ver si nos enteramos de que ya no es así, todo es por favor, gracias, muy agradecido. Se puede decir “póngame usted a los pies de su señora”, es lindo pero demodé.

Nos ha llegado el viento revolucionario de las buenas maneras, no hay explotadores ni explotados, no hay malhablados ni bienhablados, ni siquiera hay hablados, hay exquisiteces, una sociedad cool y woke. La posmodernidad se ha unido a las expresiones de ingleses y franceses que siempre han estado ahí: please, thank you, merci beaucoup, si vous plais, etc.

No me fío de tanta distinción como no me fío de esos orientales que siempre están reverenciándote con suaves cabezaditas, dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Me fío tan poco de esas personas como de las que todo el día tienen a Dios en la boca, más vale estar atentos a este tipo de ciudadanos que nos pueden contagiar un empacho de educación aparente, artificial, insincera, falsa. Nos pierden las formas y hay bastante personal que dicen verdades como puños, pero al plantearlas con brusquedad, oh, por Dios, hieren la sensibilidad de las cristalinas criaturas de algunos sectores generacionales.