Cofradías

Antigüedad

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23 mar 2023 / 06:16 h - Actualizado: 23 mar 2023 / 06:16 h.
"Cofradías","Cuaresma 2023"
  • Antigüedad

Que estamos en tiempos difíciles para los valores es algo evidente. La sociedad cambia a ritmo trepidante y sin rumbo fijo, afectada por la globalización, el cruce de culturas y un desarrollo tecnológico que impone un nuevo modo de comunicarse. Los valores asentados desde siglos, incluidos los religiosos, parecen haberse convertidos en valores temporales sujetos a un revisionismo cíclico de la opinión mayoritaria. Me pregunto si esto afecta también al pequeño mundo de nuestras hermandades, y constato preocupantes cambios. No pretendo ninguna reflexión de nivel filosófico, pero sí manifestarme en unas líneas acerca de un criterio (llamarlo valor se me antoja excesivo) que nos ha permitido organizarnos desde siglos, y que no es otro que la antigüedad.

Es bien sabido entre los cofrades que éste ha sido desde siempre criterio de ordenación tanto a nivel interno como externo en nuestras hermandades. La inscripción más o menos temprana en la nómina de hermanos determina un número en el “orden interno” y de eso se derivan importantes consecuencias. Y en las relaciones entre hermandades y cofradías la preferencia en el tiempo ha sido también criterio para situarse en el espacio, en el protocolo, en el orden de las estaciones de penitencia, e incluso en la valoración sociológica popular (“esta es una hermandad muy antigua...” decían los cofrades castizos). Escribía hace pocos días acerca de la importancia de que te hagan hermano de tu cofradía al nacer, privilegio de los que tienen padres cofrades. La antigüedad te permitirá alcanzar un último tramo -que es cercanía a tus Titulares en la estación de penitencia- con una edad razonable, o te facilitará portar esa manigueta o bocina con la que sueñas. Pero es que la antigüedad ha ordenado cofradías a lo largo de los siglos, ha situado a cada una en razón de su llegada a una determinada jornada, y por ende ha facilitado una “paz social” entre todas con un criterio objetivo (la famosa Concordia entre la Macarena y el Gran Poder tiene como base la permuta de un puesto basado en la mayor antigüedad, y, por poner otro ejemplo, las hermandades de la Esperanza de Triana y los Gitanos siguen reclamando su posición correcta en cada Cabildo de toma de horas, acatando el puesto actual por el bien de la jornada).

Para los que no son juristas podrá resultar desconocido un aforismo latino que reproduce ese criterio, y que es fundamento lógico de muchas ordenaciones jurídicas privadas, hasta el punto de que filosóficamente fundamentaría el mismísimo derecho de propiedad. Pero de una manera u otra puede ser reconocido por cualquiera. Se trata del aforismo “Prior tempore potior iure”, procedente del Derecho Romano, que podríamos traducir como “El primero en el tiempo es mejor en el derecho”, esto es, muy coloquialmente dicho: “el que ha llegado antes tiene prioridad en su derecho”.

Si reflexionamos está consagrando la objetividad que aporta el dato temporal contrastado. Pero su fundamento es realmente la igualdad. Si todos los hermanos somos iguales en derechos y obligaciones (excepción lógica de los que vienen determinados por el ejercicio de cargos o responsabilidades concretas), esto es, si todos somos iguales ante nuestro Señor Jesucristo, la única manera razonable de ordenarnos es la antigüedad. Así los tramos de las cofradías se ordenan por ese “prior tempore”, al igual que las adjudicaciones de insignias o de acólitos (asombrosa nuestra ciudad con listas de jóvenes que esperan su turno para poder portar un cirial o una naveta), las listas de aspirantes a costaleros y a puestos singulares como escoltas de determinadas Imágenes (esos armaos del Señor de la Sentencia, ilusión imposible de tantos macarenos). Incluso la antigüedad se usa como requisito para asegurarse una cierta experiencia como hermano antes de poder asumir las más altas responsabilidades (miembros de junta y por supuesto Hermano Mayor).

Pero es que en el orden externo (me refiero a las cofradías en la calle y en los protocolos públicos) ese “prior tempore potior iure” ha sido el criterio objetivo para asegurar la paz social entre ellas, con tan solo alguna excepción introducida por la autoridad eclesiástica precisamente para garantizar ese clima y por motivos de oportunidad. El orden en Sevilla siempre fue de mayor antigüedad a menor, pero en sentido inverso, porque el momento temporal considerado preferente era el último de la jornada. Eran tiempos con menos nazarenos y sobre todo menos horas de paso, y ocupar ese lugar de la “primera noche” era y sigue siendo privilegio de la más veterana de las hermandades del día. Aunque el retraso en las horas nocturnas hoy sea mayor desventaja. A título de ejemplo mi Hermandad de Montserrat salía a las 5 de la tarde del Viernes Santo en el siglo XIX (cuando se reorganiza), y hoy lo hace a las ocho u media de la noche. En la Madrugada el orden ha sido siempre el contrario: la Hermandad del Silencio, la Madre y Maestra, abre esa peculiarísima noche dando así preferencia a las horas en que comenzó el suplicio de nuestro Señor yendo de tribunal en tribunal.

Toda la historia de la Semana Santa ha girado sobre este criterio de prioridad en el tiempo que se ha visto cuestionado (y rebasado en ciertos casos) por necesidades sobrevenidas. Si hay algo que está muy claro es que Sevilla soporta, como ninguna otra ciudad, un incremento enorme de participantes en las estaciones de penitencia, y por supuesto de espectadores o visitantes. Las ratios son otras, enormemente elevadas. Y las necesidades de organización técnica, en la que la Administración municipal tiene que ser oída por exigencias de seguridad ciudadana, no pueden soslayarse. Que haya que usar a veces otros criterios puede entenderse, pero siempre con consenso. En esto estamos todos de acuerdo. Pero hay que compatibilizar la seguridad y la viabilidad de las estaciones de penitencia, en todo lo que sea posible, con seguir manteniendo ese criterio de la antigüedad, de preferencia en la ordenación por razón de estar antes en la historia, porque como insisto es el referente claro que asegura la igualdad de las corporaciones (como también de los hermanos). Y no ya sólo ante el Derecho Canónico sino ante la historia y la tradición de Sevilla.