Arte de la prudencia

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31 mar 2017 / 20:05 h - Actualizado: 31 mar 2017 / 21:17 h.
"Economía","Bolsa"

Varias son las razones para elegir la inversión en acciones frente a la inversión en bonos, principalmente porque, a diferencia de los bonos, las acciones proporcionan al menos la oportunidad para proteger el dinero del efecto de la inflación y, en el largo plazo, las acciones son inversiones más seguras que los bonos. Ello no obstante, no se puede olvidar que la inversión siempre conlleva riesgo. Por ello, y para minimizarlo, todo inversor debe tener la prudencia como principio e invertir solo el dinero que no necesitará utilizar en un futuro próximo.

Tampoco debe buscar el momento adecuado para invertir ya que tenderá a evitar entrar en el mercado cuando este va mal y, sin embargo, lo hará después de que se haya recuperado; es decir, tarde y cuando las oportunidades son más escasas y los riesgos mayores.

No se debe de invertir todo el capital destinado a inversión de una vez, sino poco a poco y de manera periódica. Es decir, al igual que los activos, también el tiempo de inversión a de diversificarse, distribuyendo así las inversiones para hacer frente a las subidas y bajadas del mercado. Diversificar en tiempo y en varias empresas es la mejor manera de minimizar el riesgo.

El pequeño inversor debe ser ante todo eso, un inversor. No debe convertirse en un especulador, que compra y vende acciones (no digamos ya otros productos más apalancados como futuros, opciones, CFDs, etc) de manera compulsiva con la esperanza de multiplicar su valor en el corto plazo. El pequeño inversor debe orientar el grueso de su inversión hacia el largo plazo, sin que esto le impida dedicar, un pequeño porcentaje de su patrimonio a la compra de algún pequeño valor especulativo (eso sí, sabiendo bien lo que hace y el riesgo de pérdida que asume).