¡Basta ya, dejen vivir!

Image
17 mar 2022 / 17:47 h - Actualizado: 17 mar 2022 / 17:49 h.
"Tribuna"
  • Diego Herrera - Europa Press
    Diego Herrera - Europa Press

TAGS:

Puede que mi grito sea inútil ante la avalancha de precariedad que vamos a sufrir los ciudadanos de este mundo, tras las salpicaduras procedentes del último conflicto bélico de rabiosa actualidad que ustedes y yo visionamos a diario. Así, los medios de comunicación nos muestran diariamente, por episodios, el avance de una invasión injusta e inaudita de Rusia a una nación libre como Ucrania. Estas valoraciones últimas son indiscutibles. Al igual que es justificable el temor que suscita en muchas naciones y seres que El Resucitado Esplendor de los Antiguos Zares de la KGB, no pare e intente la invasión de otros países hasta donde el muro de la OTAN lo permita. Eso es así, lo repito. No quiero deificar la estela de Estados Unidos, ni el sueño o a las necesidades territoriales de Putin y su camarilla. Les habla un ciudadano de calle con algunos estudios, como usted mismo, que está dispuesto a aportar sus reflexiones sensibles sobre esta guerra en general y la intranquilidad que está suscitando.

Es el pensar de los que tenemos la barriga llena (o medio llena) frente a otros que no tienen tiempo de hacerlo porque corren bajo una lluvia de bombas hacia un refugio, un supermercado o un hospital que posiblemente sea bombardeado. Me da igual que los ataques sean más o menos verídicos. Me la trae al pairo lo riguroso de las muertes o que las propagandas de uno u otro bando manipulen los hechos. Están muriendo, en todo caso, civiles y soldados. Caen tanto seres que defienden una nación como los obligados a agredir por los ideales de revancha de una élite, cuando las cosas deberían resolverse de otra manera a estas alturas de la historia.

Sí, somos hipócritas y muy condicionados por el club de los poderosos, tanto un bando como otro. No es lo mismo ver de lejos un conflicto en Afganistán, en Siria, Iraq o en otro lugar del mundo que una guerra con paisajes que nos recuerdan nuestros campos y nuestras calles. No es lo mismo ver las cosas desde el bando de los “buenos” que desde los “diabólicos”. No da igual rezar por la paz o llenar los salones de meditación que coger un fusil y luchar por una u otra causa.

En este mundo tan imperfecto como el nuestro, el nacimiento en un lugar es determinante. Qué culpa tengo yo con figurar en esta ciudad y verme en un estado evolutivo de paz tras tantas guerras sufridas por los antepasados de mi país o de heredar un bloque llamado Europa que tiene sus territorios abonados por sangre milenaria. Un continente que dominó a casi a todo el mundo sirviendo de ejemplo a otros países para hacer lo mismo. Las tajadas se llamaron África, Asia o América. Más tarde dos guerras mundiales y a resultas, dos bloques enfrentados con sus maneras de ordenar la economía y la sociedad. Pues bien, yo nací en el bloque capitalista ¿Qué le voy a hacer? Así pues, me horroriza la guerra de Ucrania, desde un punto de vista humano y desde mi lógica “occidental”. Eso no quiere decir que me gustaría cambiar muchas cosas con mis ideales de solidaridad y ecología.

Estamos en guerra nosotros también señoras y señores. Estamos en la retaguardia impotentes por la violencia y la amenaza nuclear. La quinta columna se oculta tras la inflación/deflación, la subida del precio del gas y energía y las consecuencias en los transportes y los alimentos (veremos como la Unión Europea mitiga esto). A todo hay que añadir la pobreza acumulada, los afectados por la Covid y las consecuentes enfermedades mentales. Pero sobre todo la incertidumbre...

“Nadie sabía nada, nadie preveía el desastre”. Los aliados y otros influidos pro- USA lanzando bloqueos y Macron intentando mediar a lo Chamberlain con este nuevo Hitler. El resto del mundo comunista expectante y los yanquis que se retiran a su guarida para ver, de momento, los toros desde la barrera. Eso sí intentando afianzar sus reservas de petróleo vía Venezuela o negociando con China su papel en el conflicto (ojo, China). Los países rearmándose... ¡Qué ansiedad!

Pero cómo se ha podido vivir en este mundo en paz desde la Segunda Guerra Mundial, con la absurda garantía de no autoinmolarse unos y otros con cabezas de misiles nucleares; para más tarde obtener buena parte de nuestras energías a partir de las mismas reacciones atómicas. ¿Saben ustedes que en esta guerra alguien con un pequeño petardo nuclear puede hacer estallar de forma “inocente” una central del mismo tipo? Incluso me llegan noticias también de que buena parte de la población de Finlandia y de otros países del norte están agotando el yodo para hacer frente a un posible estallido radiactivo.

Tanto tiempo de vida humana desperdiciada en nuestro mundo “civilizado” persiguiendo sueños o sobreviviendo a las carencias materiales y no materiales, para que ¡puff! Evidentemente hace mucho tiempo que este equilibrio de fuerzas entre potencias nucleares se podía haber roto por un dedo desaprensivo, pero actualmente se vive con horror el ver un ejército mal armado y entrenado (el ruso) con el farol de la hecatombe. Así pues, ante la amenaza de la destrucción humana no entiendo por qué la tele no pone más reportajes sobre la naturaleza viva.

¿Por qué no se guardan las armas nucleares para la amenaza inminente de un cometa? ¿Por qué no se rescriben las leyes de una guerra inevitable sin artefactos atómicos? ¿Para qué bombardear si las nuevas guerras tecnológicas o ciberataques ya hacen pupa a la economía y consecuentemente a los ciudadanos? Lo mismo voy a decir una tontería, pero debería haber una invasión extraterrestre para que la Humanidad tuviera más conciencia de Humanidad, y por consecuente de supervivencia. Pero no, ya de por sí nos creamos amenazas intraterrestres minando al planeta con el cambio climático.

En estos momentos televisados a diario de la guerra, solo me queda la duda o el cómo va a acabar esto con todo este juego de castigos/reacciones. En mi ciudad me reservo esos momentos conmovedores de un puñado de ucranianos reunidos frente al ayuntamiento gritando consignas como “no a la guerra”, “Putin asesino” , “Crimea y Donbass de Ucrania” o “solo queremos vivir en paz”. Interpreten como ustedes quieran, pero también oigan las oraciones de este pueblo por sus familias y por sus conciudadanos que defienden su país. Todo ante una giralda gigante y muda.