Opinión

Gabriel Ramírez

Bochorno político o como una presidenta triunfa insultando

No recuerdo algo más bochornoso en el ámbito político. Se está llegando a unos extremos inaceptables y peligrosos que, si se siguen fomentando, podrían acabar con la buena convivencia en España.

Me pregunto ¿qué gana Isabel Natividad Díaz Ayuso con el gesto que han tenido con el ministro Bolaños? No le han dejado subir a la tribuna de honor durante los actos de celebración del Día de la Comunidad de Madrid ¿Esto le gusta a alguien tenga la ideología que tenga en la cabeza? ¿No es esto un insulto a los votantes del PSOE? Y me atrevo a preguntar si esto no es un insulto a cualquier español de bien. No creo que sea necesario decir que el ministro Bolaños es ministro del Gobierno de España. Ya está bien de ver en el Gobierno de España al enemigo. Yo creo que ya está bien. Por cierto, la Ministra de Defensa, Margarita Robles, debería haber estado junto a su compañero de Gobierno para salvar la imagen institucional. Otro ejemplo de lo que no puede ser en política.

No dejar que un ministro del Gobierno de España suba a una tribuna en el que están representados los cargos institucionales más relevantes es una vergüenza. Que eso se pueda ver en la televisión (en directo) y que no se le caiga la cara de vergüenza al responsable es inaudito.

Habrá quién le encuentre la gracia a todo esto. Alguno pensará que Isabel Díaz Ayuso es una política valiente que lucha como Agustina de Aragón contra los malvados socialistas. Y, sin embargo, hoy ha quedado claro que la presidenta madrileña está instalada en el frentismo, en la negación del pan y sal, y apoyada en una especie de hooligans políticos que aplauden cualquier gesto ofensivo, violento, feo o maleducado que se tenga desde la trinchera.

El bochorno que debería sentir cualquier demócrata es enorme, infinito. El bochorno que supone comprobar que el odio y la guerra de guerrillas puede triunfar en la política española, da miedo. Se están llevando las cosas a lugares prohibidos e incompatibles con la paz social y el sentido democrático.

Y si alguien va a contestar a esto que digo con que Pedro Sánchez pacta con etarras y con los que quieren romper España, que se lo ahorre porque ese es otro debate. Efectivamente, me gusta entre poco y nada depender de filoetarras y separatistas, pero me gusta igual de poco que una política mediocre parezca alguien importante por mostrar un coraje que es, en realidad, torpeza, vacío ideológico y una idiotez mayúscula. ¿O es que ahora la chulería, las malas formas y estar enfrente por sistema, son valores que cotizan al alza?