Nuestra forma de ser (carácter), su impronta en nuestra manera de hacer (capacidad) y el modo de atraer y fascinar a los demás para que conozcan nuestras ideas (carisma), determina el alcance y la calidad de nuestro éxito.
Carácter
Comencemos por el carácter, el padre de la capacidad y del carisma. Heráclito decía que el carácter es igual al destino. No le faltaba razón, y es que el cómo somos tiene una notable influencia sobre cómo estamos y cómo nos comportamos. Los principios constituyen el carácter de una persona y, tal y como afirmaba Heráclito, el carácter va a tener mucho que ver en la confección de nuestro propio destino. Cuanto más fuerte es el carácter, más probabilidades hay de imprimir esa fortaleza a los pensamientos para que estos comiencen a materializarse cuanto antes. La palabra carácter proviene del griego kharakter, formada por los términos kharax (marca) y el sufijo -ter (agente), por lo que el significado original de carácter es «el que hace marcas«. De hecho, los griegos denominaban kharaktein al acto de imprimir una marca con un hierro candente al ganado. Una persona con carácter es aquella que deja huella allá por donde va, tiene la habilidad de impregnar con su estilo personal los lugares y a las personas que conoce, alguien así logra ser psicológicamente puntual.
En su libro Gente tóxica, Bernardo Stamateas define la puntualidad psicológica como la capacidad para «saber llegar a las personas y despertar su interés en el momento justo». Una persona de carácter sabe mantener en hora su reloj emocional y consigue que los demás acudan a la cita. Stephen Covey explica en Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva que el carácter está formado por tres rasgos: integridad, coraje y consideración (de la suma de estos dos últimos surge para él la madurez), por lo que ser una persona madura e íntegra es símbolo de carácter. Tengo fe en la humanidad, pero teniendo en cuenta esto, sería fácil concluir que nuestra sociedad adolece de carácter (pues la madurez y la integridad, si bien son cualidades preciadas, no son muy comunes).
Capacidad
La capacidad responde a la pregunta «¿de qué eres capaz?». Una persona capaz es alguien competente y en la competencia tiene mucho que ver la forma de ser (el carácter), pues según como seas, dirigirás el foco de tu interés hacia uno u otro lado y en aquello que te interesas dedicas tiempo, te entrenas, te empeñas en desarrollar pericia, en adquirir conocimientos hasta que... voilà! nace una nueva capacidad.
Tal y como decía el escritor francés Jean De La Bruyere: «En el mundo hay sólo dos maneras de triunfar: por la propia capacidad o por la ineptitud ajena», sin duda, es infinitamente más satisfactoria la primera fórmula, pues es en la única sobre la que puedes trabajar. El mejor entrenador de la capacidad son los retos porque cuando te encuentras en un terreno nuevo y te enfrentas a una situación desconocida hasta el momento, se agudiza el ingenio, se alimenta la creatividad y se pone en marcha el motor de la capacidad. La costumbre, el conformismo, la comodidad... atrofian nuestras capacidades, ¡no olvides entrenar regularmente en el gimnasio de los retos!
Carisma
El mejor medio de comunicación que existe es la fascinación personal. Una persona capaz y con carácter logra que sus ideas impacten a través del carisma. El secreto de la eficacia arrolladora del carisma es que es generoso, humano, servicial y sabe valorar, ya lo expresaba Nick Vujicic en Una vida sin límites: «El verdadero secreto del carisma es lograr que cada persona que conoces tenga la sensación de que, cuando hablan contigo, captan tu atención por completo«, las personas con carácter y capaces tienen la habilidad de hacer sentir a cada persona que conocen que ellos son importantes y se ponen a su disposición para desarrollar aún más ese valor personal, generando a su paso notables relaciones de confianza.
Ya lo sabes amigo, en la vida y en los negocios, aplica la Ca3, ¡triunfarás seguro!