Cambio Climático, acelerador de crisis

Image
09 ene 2024 / 11:14 h - Actualizado: 09 ene 2024 / 11:15 h.
"Cambio climático"
  • Cambio climático
    Cambio climático

Sacar conclusiones históricas de acontecimientos muy recientes es generalmente imprudente. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que el cambio climático también parece estar implicado en la ola de conflictos y revoluciones que han afectado al Mediterráneo y a Oriente Medio desde principios de 2011.

Las Primaveras Árabes han representado efectivamente una expresión del anhelo de democracia, pero en demasiados aspectos han traicionado este anhelo y se han convertido en conflictos, en más pobreza, violaciones de los derechos humanos y en una fuente de inestabilidad regional que también ha afectado a Europa. La correa de transmisión que llevó del cambio climático a la inestabilidad y a la violencia civil algunos la llamarían “globalización del mercado”.

De hecho, poco antes de 2011, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, había lanzado una advertencia: “La burbuja de los precios de los alimentos estallará en 2011”. En el mismo período, Lester Brown –fundador del Earth Policy Institute– había afirmado que “lo que separa al mundo del caos no es más que una mala cosecha; si los precios de los alimentos alcanzan nuevos niveles de inflación, los disturbios por alimentos pueden multiplicarse, la inestabilidad política puede extenderse y los gobiernos pueden caer”.

Para intentar comprender qué ocurrió y qué papel pudo haber jugado el calentamiento planetario, resulta útil trazar un paralelo sorprendente: en este caso con Australia.

A principios de 2011 se produjeron dos acontecimientos aparentemente distantes entre sí: una serie de inundaciones catastróficas en Australia por una parte y una revuelta en Túnez que, con resultados dispares, fue contagiando países pobres del Mediterráneo y Oriente Medio. Existe una conexión entre los dos acontecimientos, aunque no sea visible, porque causas similares desencadenaron en los dos contextos cadenas de consecuencias muy diferentes.

En Australia, mucho antes de las inundaciones, hubo oleadas inusuales de sequía que afectaron a los cultivos. Reconociendo el problema, crearon un Departamento especial para el Cambio Climático y la Eficiencia Energética, ya que el propio gobierno australiano estimó que «sin una acción fuerte, efectiva y oportuna sobre el cambio climático es probable que en el siglo XXI los ciudadanos tengan que hacer frente a la erosión de su calidad de vida y de su prosperidad». Además, el Departamento australiano reconoció que «la actual sequía ya ha tenido graves consecuencias financieras y sociales para las comunidades locales y las familias de agricultores».

En el norte de África, la influencia de las anomalías climáticas en las condiciones de vida de las poblaciones ha sido más indirectas: el cambio climático ha contribuido en gran medida al espectacular aumento de los precios de los alimentos en los mercados mundiales. Al impactar allí provocó disturbios callejeros a partir de 2008 que culminaron en los disturbios de 2011. El Financial Times -que no destaca por sus simpatías ecologistas- dedicó en 2011 una sección en su web a la crisis alimentaria” y señaló que “las disminuciones en la producción, los cambios en el comportamiento climático y el aumento de la demanda en los países emergentes han contribuido a aumentar las preocupaciones sobre la seguridad alimentaria”, y agregó que “dos crisis alimentarias en dos años son una obvia señal de alarma”.

La FAO, por su parte, en su informe “El hambre en aumento” estimó a finales de 2008 que alrededor de cuatro millones de personas se habían sumado a las filas de los desnutridos en el Norte de África y Oriente Medio debido al aumento de los precios de los alimentos. La propia FAO identificaba un complejo ciclo acumulativo de causa y efecto entre el cambio climático, la vulnerabilidad alimentaria de los países pobres y el aumento de los precios de las materias primas.

Por primera vez habo acuerdo en evaluar que los levantamientos en Argelia, Túnez, Egipto, etc. no tuvieron originalmente raíces políticas o ideológicas, sino provenían en origen de las “revueltas del pan” determinadas por el aumento de precios. Esta fue la opinión de la agencia Bloomberg el 30 de enero de 2011, al igual que el Financial Times.

No es casualidad, por tanto, que las revueltas en el norte de África y Oriente Medio se produjeran al mismo tiempo que un aumento de los precios del trigo y del pan. Esa fue la chispa que encendió los disturbios en Argelia. Los disturbios cruzaron la frontera hacia Túnez y por supuesto en Egipto, el mayor importador de trigo del mundo.

Pero, evidentemente, hay una gran diferencia entre Australia y el norte de África: el quinto continente alberga una sociedad basada en el consenso, la solidaridad y es suficientemente justa como para absorber los micro-conflictos creados por fenómenos climáticos anómalos; sin embargo, en el norte de África la red de seguridad económica, política y social para proteger a los más afectados por la crisis no es lo suficientemente sólida, de modo que los micro-conflictos relacionados con el clima se mantienen a raya con métodos coercitivos y, por lo tanto, pueden conducir a reacciones violentas. capaces de crecer hasta convertirse en macro-conflictos.

Por tanto, el clima entraría en el conjunto de la situación como un factor adicional de inestabilidad o, para volver a utilizar términos y conceptos ya utilizados, como un «acelerador de crisis». Son factores que no podemos olvidar a la hora de proyectar nuestro futuro. Más vale prevenir que curar.