Los medios y los días

Cemento y asfalto contra naturaleza

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05 sep 2021 / 04:48 h - Actualizado: 04 sep 2021 / 13:54 h.
"Los medios y los días"
  • Escena de la película ‘Puñales por la espalda’.
    Escena de la película ‘Puñales por la espalda’.

Si se dan cuenta, en la televisión, cuando emiten películas estadounidenses y europeas suele haber una diferencia: a los norteamericanos les gusta comenzar con vistas aéreas de sus rascacielos y scalextric o circunvalaciones urbanas, es como una demostración de poderío representada por el asfalto y el cemento que siempre son elementos persuasivos sobre el espectador. El poder suele inclinarse por lo grande para impresionar y asustar. En cuanto la Iglesia se fue haciendo fuerte en Europa y España y logrando poder, empezó a construir catedrales góticas enormes, por ejemplo. El súbdito humilde, labriego y analfabeto que entraba en uno de esos enormes templos tenía en las vidrieras los periódicos de la época con un único mensaje que tenía que asimilar. Al lado de aquella grandeza se sentía pequeñito como una hormiga, si el poder era capaz de levantar aquellos palacios, castillos, templos, a él lo podía aplastar de un simple pisotón.

La constante, con antecedentes en Mesopotamia y Egipto, sigue, qué fascinación y atracción esas vistas aéreas fílmicas de cemento y asfalto, qué poderío. Por el contrario, numerosos telefilmes europeos o rodados en Europa comienzan también con vistas aéreas pero nos muestran grandes prados verdes, muy verdes, grandes bosques, espesos, cerrados, señoriales castillos de otras épocas de poder que respetan el medio ambiente puesto que aún no había eclosionado la clase media que nos trajeron las revoluciones burguesas y el invento de la imprenta, factores decisivos para ser al mismo tiempo más libres y más dependientes de los objetos que anhelamos poseer para imitar a ricos y poderosos.

Los guiones de ambas modalidades de cine suelen ser similares, al estilo novelas de Corín Tellado, salvando distancias: historias de amor o suspense pero con lujos de fondo, así se vende al mismo tiempo sensiblería, productos y aspiraciones de grandeza que en no pocas ocasiones nos traen insatisfacciones y baja autoestima, es el dominio de una ideología que actúa de esa forma tanto para el público en general como para el que se considera progresista. ¿Quién ha dicho que no existe ideología? Hay pocos mensajes neutros, blancos, rigurosos, en los contenidos de los medios de comunicación. Los públicos podrían analizarlos, pensarlos, rechazarlos, pero no es eso lo que sucede: esos mensajes gustan y luego no hay más que pasear por la calle o ir a actos sociales para comprobarlo. Es el problema que siempre tendrá el progresismo, cuyos miembros, por otra parte, pueden ser los cazadores cazados, como Iglesias y Montero con la casona madrileña en comparación con Pepe Mújica y su señora Lucía. Tal vez ni tanto ni tan calvo.

El consuelo que tengo es que, cuando observo la presentación de ambos tipos de telefilmes, aumenta mi esperanza de que nos alejemos poco a poco de ese modelo capitalista materialista en el que ha desembocado EEUU, a pesar de la mentalidad ilustrada y sobria de sus fundadores, y nos metamos de lleno en esos paisajes europeos en los que la Historia es maestra de la vida, te rodea con sus frutos dulces y amargos y te envuelve para mostrarte los caminos rectos y equivocados que tenemos ante nosotros. Además, la vista aérea prepotente del cemento y el asfalto yanqui coloca ante mis ojos la prueba evidente de que nos hemos pasado cien ciudades en esto de tratar bien el medio ambiente en el que hemos abierto los ojos para, en teoría, vivir. En el triunfo sobre el medio está también nuestra derrota, ahora habrá que intentar arreglar la escabechina.