Desvariando

Chanel y Eurovisión: el boom boom y el zoom zoom

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
14 may 2022 / 08:11 h - Actualizado: 14 may 2022 / 08:13 h.
"Flamenco","Desvariando"
  • La representante española en Eurovisión 2022, Chanel. / RTVE
    La representante española en Eurovisión 2022, Chanel. / RTVE

Hoy se celebra el Festival de Eurovisión. Leo que es la edición sexagésimo sexta. La número 66, para entendernos. Y España lleva a una criatura celestial llamada Chanel, nacida en Cuba pero españolísima ella, con un ritmazo latino para menear el esqueleto y una puesta en escena que corta la respiración. Que es justo lo que tiene que hacer, dicho sea de paso, porque esto es un concurso y hay que reunir votos. Cuantos más, mejor. Que se lo digan a Juanma y a Espadas. Como si hay que hacer el pino con las orejas. Y resulta que la música hispana de cariz latino gusta a todo el mundo mundial, mira tú qué casualidad. Así que dale alegría a tu cuerpo, Chanelita de mi corazón.

¿Un crítico de flamenco opinando del Festival de la Canción de Eurovisión? Bueno, sepan ustedes que es el programa de televisión más antiguo que aún se transmite en el mundo. Y a mí me gusta ver la tele y saber lo que pasa a mi alrededor. Sí, reconozco que me quedé en el Yo soy aquel de Raphael, el Eres tú de Mocedades, el Gwendolyne

de Julio Iglesias y el Vivo cantando de Salomé –la parodia de Martes y Trece mejoró el original–, todos en blanco y negro. Desde los años noventa, Eurovisión suena demasiado moderno y tecnológico para mi gusto. Y cuando la jondura ha osado asomarse por allí ha salido escaldada. Así que no soy lo que se dice un eurofán, de esos que se tragan hasta las semifinales y comentan en Twitter si la cantante lleva una chaquetilla de Palomo Spain o un abanico de la piel de toro. Y mucho menos como esos otros que vomitan su bilis y aseguran que la chica no es más que un bonito culo, que canta menos que un grillo mojao y que su letra defiende la prostitución: ‘Si tengo un problema, no es monetary. Yo vuelvo loquito a todos los daddies’. Así que sí, este año me ha picado la curiosidad.

La elección de Chanel como representante española en el Festival de Eurovisión levantó mucha polémica semanas atrás. Resucitaron el Festival de Benidorm para elegir al intérprete. Allí estaban tres chicas cantando en gallego, muy del gusto de separatistas y progres. Musicalmente eran un petardazo, pero daba igual. También andaba por allí una joven catalana con una canción ciertamente original sobre las glándulas mamarias. La Rigoberta tenía su puntito. Votó el jurado, votó la audiencia, votó no sé quién más, y al final ganó Chanel, que llevaba el tema más festivalero e internacional. Las redes hervían. Ella salió en el telediario pidiendo que la dejaran vivir, implorando piedad. Y ahí sigue, con una pedazo de coreografía que quita el hipo y un estribillo que van a bailar este verano en los chiringuitos hasta los de Junts Per Catalunya y el Bloque Nacionalista Galego. Así que Chanel, que tiene nombre de perfume con glamour, anda esta semana entre las cinco favoritas del festival y hoy va a subir al escenario de Turín para representar a su país, que es el mío, y lo va a petar. ¿Chanel me representa a mí con esas generosas curvas al aire y esos jaleos de boom boom y zoom zoom? Pues a lo mejor sí, mire usted. Así es como ganan otros. Ya es hora de que ganemos nosotros. O de que no quedemos los últimos con cero points. Menos mal que nos queda Portugal.