Cristina Porta y Juana Rivas o el show patético

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17 nov 2021 / 07:12 h - Actualizado: 17 nov 2021 / 07:30 h.
"Opinión","Televisión"
  • Cristina Porta y Juana Rivas o el show patético

Todo es espectáculo, todo se resuelve en las pantallas de televisión, todo es confusión y gritos, el mundo se ha convertido en un insulto a la inteligencia, a la condición humana.

Cristina Porta es concursante del reality ‘Secret Story: La casa de los secretos’. Se ha enamorado de un italiano y se ha convertido en la gran villana del programa. Al menos para buena parte de los que ven el programa como si en ello les fuera la vida. El programa consiste en gritar, robar comida, insultar al que pasa por delante de ti, a mostrar lo peor de cada uno de los participantes.

Juana Rivas es la mujer que ha protagonizado el episodio más patético de los últimos años a la puerta de un tribunal. Fue muy mal asesorada y su historia (violencia de género, secuestro de menores y alguna cosa más) ha sido motivo de discusión en la barra de las tascas de todo el país y en los grupos de whatsapp. El juicio paralelo al que ha sido sometida (y su ex marido, también) solo se puede comparar a lo que pasa cada noche en el que emiten programas basura en los que comprobamos que el ser humano es un asco si tiene que arañar algo más de pasta a lo que hace o si cree que el minuto de fama consiste en cometer el error de tu vida.

Los programas basuras se llaman así porque terminan en un vertedero. Sí, usted se convierte en un vertedero cuando se traga un programa de esas características. Su mente queda sepultada por un buen montón de mierda y usted deja de pensar y a expensas de lo que dicten unos tipos desconocidos reunidos en un despacho de una cadena de televisión. Del mismo modo que Juana Rivas se convirtió en un vertedero al convertirse su caso en un show televisivo del que pudo opinar cualquier persona creyendo ser juez. Por cierto, nadie se convirtió en juez y lo único que hemos conseguido es ser un poco más ridículos.

El problema de convertir todo en un espectáculo es que protagonistas y espectadores corren el riesgo de convertirse en víctimas sin darse cuenta, en payasos tristes que no aciertan a encontrar un lugar en el que la televisión sea un aderezo y no una forma de vida.

¡Que continúe el espectáculo¡