Desvariando

Cuando Calixto Sánchez ganó el Giraldillo

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
10 sep 2022 / 10:07 h - Actualizado: 10 sep 2022 / 10:09 h.
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  • El cantaor mairenero Calixto Sánchez. / El Correo
    El cantaor mairenero Calixto Sánchez. / El Correo

Tras el de Granada, por su repercusión internacional e importancia histórica, el Concurso del I Giraldillo del Cante ha sido el más importante. Se celebró en la primavera de 1980, dentro de la I Bienal de Flamenco, en el Teatro Lope de Vega y el ganador fue el cantaor mairenero Calixto Sánchez Marín. Los cantaores que participaron fueron elegidos por las peñas flamencas y el resultado fue el siguiente: Fosforito, Lebrijano, José Menese, Luis de Córdoba, Curro Malena y José el de la Tomasa. Lebrijano renunció porque, según dijo, no había gitanos entre los miembros del jurado, pero en realidad fue porque se exigían doce palos y sabía de antemano que no tenía ninguna posibilidad de ganar y que, además, evidentemente tenía más que perder que ganar.

Fue entonces cuando entró Calixto Sánchez, que no era un cantaor desconocido, puesto que cantaba desde mediados los años sesenta y había ganado ya otro importante premio en Granada, en 1972, con motivo del cincuentenario del certamen que se celebró en esta ciudad en 1922. Tenía un solo disco en el mercado pero había cantado ya en festivales y peñas de todo el país. Era, por tanto, un cantaor que venía reclamando un sitio entre los punteros. Estando Fosforito o Menese, pocos daban un duro por el mairenero, pero acabó siendo el ganador y con toda justicia, por mal que sentara su victoria en el gitanismo. Como buen maestro de escuela que era, Calixto se preparó el concurso como unas oposiciones y dio un alto nivel en los doce palos que se exigían.

Naturalmente, brilló más en los palos que dominaba, los estilos de levante, las malagueñas, granaínas, peteneras y fandangos. Pero sorprendió en las seguiriyas, como buen mairenero, con cantes de Paco la Luz o El Marrurro. Para mí, que estuve las tres noches, con solo 22 años, fue su mejor cante. Es verdad que fue en los fandangos de Cepero y el Carbonero –estilo Rebollo el último–, donde más brilló para el público y que fueron decisivos para ganar el certamen. Pero bordó las seguiriyas y las cantiñas o las peteneras. Sumados los puntos, era el ganador, seguido de Luis de Córdoba. Fosforito había tenido tres noches negras, con problemas de voz, y José Menese, otro de los favoritos, cantó de escándalo por soleá, pero eran muchos palos para él.

Curro Malena y José el de la Tomasa estuvieron bien, pero no mejor que Calixto, que lió en los fandangos el taco más gordo que ha habido en el Lope de Vega en toda la historia del teatro. Cuando acabó de cantar Con las lágrimas se van..., el cante de Rebollo que grabó el Carbonerillo con el Niño Ricardo a la guitarra (1928), se levantó todo el teatro de una manera increíble, como no había visto jamás. Sevilla se había olvidado ya de El Carbonerillo y el mairenero lo había recordado de una manera magistral, con una fuerza brutal y un sentimiento que conmovió a todos. Incluso Antonio Mairena se levantó a aplaudir, que estaba en un palco cercano al escenario. Aquello se entendió como un intento de influir en el jurado, pero lo cierto es que Calixto ya tenía el concurso ganado porque fue el más regular de todos en cada palo.

De no haber ganado, a pesar de cómo cantó los tres días, hubiera sido la estafa del siglo. Aquella gesta convirtió al cantaor de Mairena en una de las figuras de la época y fue de los punteros del cante hasta su retirada, aunque aún cante en momentos especiales. Esta noche, por cierto, lo hará en el Festival Flamenco del Viso del Alcor, donde recibirá un importante homenaje. Muy merecido, desde luego, porque no solo es un excelente cantaor, sino uno de los grandes sabios del cante, siempre comprometido con la dignidad del arte jondo y su difusión en el mundo.