La vida del revés

Cuca Gamarra no dice inocentadas

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28 dic 2022 / 09:00 h - Actualizado: 28 dic 2022 / 09:07 h.
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  • Cuca Gamarra. / EFE
    Cuca Gamarra. / EFE

Si una cosa me irrita es que un político insulte a la inteligencia de los ciudadanos. Y, desgraciadamente, esto ocurre con mucha frecuencia

Actualmente, los políticos del Partido Popular –instalados en la negación absoluta, en la crítica descontrolada, en el acabar con el prestigio de los otros sea al precio que sea- no paran de soltar perlas molestas para el que piensa un poco sobre lo que le dicen, solo un poquito. Y, en concreto, Cuca Gamarra va de tomadura de pelo en tomadura de pelo. Ha dicho que las ayudas del Gobierno (las que componen las últimas medidas anticrisis) ya las hemos pagado todos los españoles. Claro, señora Gamarra, claro; la cosa va de eso: el gobierno recauda y redistribuye los ingresos de forma justa y equitativa. Pero no, esta mujer, convierte algo de manual en una especie de delito imperdonable.

La señora Gamarra debería añadir a esto que dice que las ayudas a la banca (esa que nunca se recuperó salvo unas migajas) y a las autopistas también las pagamos entre todos. La diferencia es que esos impuestos no se repartieron de forma justa y equitativa, esas se las enbolsaron los de siempre. Y así todo.

No me gusta Pedro Sánchez. Tengo una docena de razones por las que no le votaría nunca jamás. Pero el discurso facilón de la portavoz del PP me resulta insoportable. Las cosas nos pueden gustar más o menos o nada (personalmente, creo que los presos de ETA deberían pudrirse en una celda el resto de sus días en una cárcel que estuviera a 50.000 kilómetros de sus familias, pero entiendo que la disolución de la banda terrorista y el perdón de alguno de los terroristas deben tener un efecto para alcanzar la normalidad con el paso del tiempo); las cosas nos pueden entusiasmar, pero no podemos dejarnos arrastrar por los mensajes de unos políticos que no dejan de pensar en sí mismos, en sus partidos y en poco más. Eso es caer en el un error monumental que nos convierte en seres ridículos. Ya tenemos bastante con una clase política que da vergüenza como para convertirnos en troncos todos los demás.