De sirenas y tritones

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25 jul 2021 / 04:11 h - Actualizado: 23 jul 2021 / 12:33 h.
  • De sirenas y tritones

Cuando el calor aprieta, no hay nada mejor que un buen chapuzón. Me siento afortunada de poder contar con el estupendo «oásis urbano« que supone la piscina de la comunidad. A veces me gusta ir para nadar; en ocasiones aparece «Centella» (mi magnífico «caballito de mar» que en realidad es Alonso, mi chico) y me da chulíííísimos paseos por toda la piscina (cuando se cansa, me tira de espaldas, entonces pasa de «Centella» a «Centollo») y otras veces, sencillamente, voy a la piscina para disfrutar de la plenitud del relax, ya sabes, esos momentos en los que te metes en el agua, pones la espalda contro los chorritos y el masaje acuático hace que hasta veas el mundo más bonito... ¡Ay! pequeños placeres veraniegos...

Hace unos días me encontraba en uno de esos instantes relajantes, recostando la cabeza en el bordillo de la piscina mientras cerraba los ojos y me recreaba con el efectivo masaje lumbar del chorrito acuático cuando...

- ¡Hola María!

Entreabrí los ojos, por un momento me pareció estar viendo una sirena, pero al fijarme con más detalle me dí cuenta de que era mi vecina Adriana, de 9 años, que me saludaba muy entusiasta agitando con ganas lo que, efectivamente, sí que era una cola de sirena rosa y azul:

- ¿Te gusta? es nueva.

- ¡Está chulísima Adriana! creí que eras una sirena de verdad...

La chiquilla se empezó a reír.

- Me dan ganas de buscar una para mí y otra para Alonso, ¡una sirena y un sireno! ¿qué te parece?

Adriana me miró divertida, continuaba riéndose y me dijo:

- ¿Sabes? yo también creí que se decía «sireno» pero se dice «Tritón».

Ella tenía razón, es importante hablar con propiedad, además ¿cuántas veces no vería de pequeña «La Sirenita»? el padre de La Sirenita era Tritón, pero en ese momento lo había olvidado, mayormente sólo me acordaba del cangrejo Sebastián que me parecía muy gracioso y siempre me hacía reír, ¿por qué será que solemos recordar aquello que nos divierte?

¡Ay! la sabiduría infantil es un mar de lecciones (o, en este caso, una piscina), me gustó la simpática corrección de Adriana, ella también decía «sireno» antes de saber que era «Tritón» y viendo que a mí me había pasado lo mismo, quiso ayudarme. Tan refrescante como el masaje del chorrito fue mi encuentro con la pequeña sirena, me habló de su campamento, de las ganas que tenía de pedirse la litera de arriba, yo le hablé de «Centella-Centollo» y nos reímos un montón... Muchas veces he escuchado a adultos decirle a un niño aquello de: «calla que están hablando los mayores», cuando, en realidad, deberíamos tomar como costumbre calentarnos a la lumbre de la creatividad, el ingenio y el genuino disfrute infantil. No, no hay que mandarlos a callar, hay que permitirles participar porque así te llevarás más de un sorpresón (y si no... ¡acuérdate del Tritón!).