Don Benito-Villanueva: una fusión dónde aprender

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13 mar 2022 / 10:04 h - Actualizado: 13 mar 2022 / 10:05 h.
"Tribuna"
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La única conclusión de los vecinos de la que pronto será tercera población de Extremadura por número de habitantes, es que el nombre no utilice elementos de los nombres de las fusionadas. De él dependerá el gentilicio, pero eso es lo que menos preocupa. La fusión de Don Benito y Villanueva de la Serena, en el este de la provincia administrativa de Badajoz, ya ha sido aprobada por los vecinos de ambas localidades, incluidos los de las entidades locales menores dónde, lejos de plantear separatismos, han apoyado la fusión sin fisuras. Han comprendido que una población camino de los 70.000 habitantes va a tener mejores resultados económicos que dos en el entorno de los 30.000. Y que en lo demás, en la vida diaria, ya llevaban tiempo funcionando como una sola. ¡Qué buen ejemplo para las ciudades andaluzas que por su cercanía se dan la espalda!, para las que mantienen un absurdo orgullo localista que les impide acercarse a las de al lado. Dos ciudades unidas se gobernarán por un grupo de veinticinco concejales, frente a los cuarenta y dos que ambas suman por separado. ¿Tendrá que ver el número de sillones con la cerrazón a la unidad de los municipios andaluces?

La fusión de las dos ciudades extremeñas entraña lecciones para muchas otras ciudades reacias, no ya a la unión con otra u otras, sino incluso a la formalización de la conurbación, esto es, a la creación de una mancomunidad por el incoherente miedo a perder su identidad. Como si la identidad de tantos pueblos con sus términos colmatados por traslación de familias de otros municipios, se distanciara tanto de una localidad a otra. Algo hay más importante que esa posible “pérdida de identidad”, y se llama egoísmo.

El proceso de fusión de Don Benito y Villanueva de la Serena ha puesto plazos. Quedará completada en 2027 y los pasos intermedios permitirán la adaptación de las estructuras administrativas a la nueva situación. Los vecinos no necesitan aclimatarse, ya están acostumbrados a trasvasar la línea imaginaria constituida por los límites locales, tanto que ya no limitan. Son conscientes que una línea en un mapa es más frágil que una conciencia y una consciencia. La fusión ha demostrado que ni Don Benito y Villanueva tienen diferencias, como no las tienen El Viso y Mairena del Alcor. Que los bloques y las casitas construidas o en construcción en el término de Dos Hermanas no se enfrentan, porque ni siquiera difieren de los construidos o en construcción en Bollullos, Gines, Tomares o La Rinconada.

Lo único capaz de separar, de mantener separadas a estas y otras más de cuarenta poblaciones en la conurbación de Sevilla, es un oscuro disfraz de independencia. Es la egolatría de alcaldes y concejales, que no de la gente, porque igual que en La Serena se construirá un nuevo edificio municipal para uso de todo el nuevo municipio y los dos actuales se mantendrán para descentralizar la Administración, la misma solución cabría en el caso de una fusión sevillana o, cuando menos, de la institución de una Mancomunidad. Con una diferencia: tan sólo cuatro poblaciones, incluida Sevilla ciudad, superan los treinta mil habitantes, con lo cual todas seguirían teniendo a su alcance una dependencia municipal. Y otras ventajas, como contar con los beneficios económicos de una población de casi millón y medio de habitantes y el ahorro y simplificación de unos servicios comunes.

La única condición impuesta por los votantes de Villanueva y Don Benito, ha sido que el nuevo nombre sea nuevo, no una fusión de ambos. Insignificante es lo que piden frente a un paso al frente que sí significa y va a significar mucho para la nueva localidad, superada ya la dualidad. Si Madrid pudo construirse sumando una docena de municipios que perdieron su personalidad e independencia al ser agregados al entonces exiguo término municipal madrileño, seguro hay fórmulas para aplicar a la conurbación de Sevilla y sacar ventajas para todos los habitantes de la referida conurbación. ¿Qué falta? Solamente un pequeño detalle. Algo de mucha fuerza. Se llama menos egoísmo y más voluntad.