La vida del revés

Dos muertos en un asentamiento chabolista y la vida sigue

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24 may 2021 / 11:02 h - Actualizado: 24 may 2021 / 11:05 h.
"Opinión","Inmigración","La vida del revés"
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El grado de cinismo en las sociedades actuales es aterrador. En las redes sociales se grita contra la injusticia, los políticos que quieren parecer más progresistas alzan la voz contra la injusticia social y en los medios de comunicación se utilizan recursos desproporcionados para que podamos ver imágenes espectaculares en las que se puede comprobar que atentan contra los intereses españoles o que siempre hay jóvenes dispuestos a que la pandemia siga haciendo estragos entre la población española. Pero todo es una enorme mentira, una enorme fotografía que nada tiene que ver con lo que sucede. Porque, en realidad, no nos importa nada que no seamos nosotros mismos y nuestras cosas más cercanas.

El pasado día 19 de mayo murieron, a causa de un incendio, dos personas en el asentamiento chabolista de El Bosque, uno de los 13 poblados de temporeros de Lucena del Puerto (Huelva) . Atú tenía 50 años y era ganés. Su pareja rondaba los treinta años y era de origen magrebí. Atú era un tipo con gran ascendencia entre los que vivían en ese asentamiento.

¿Quién se ha preocupado de esto? ¿Cuántas imágenes hemos visto en la televisión de este incendio? Ni a usted ni a mí nos ha conmocionado gran cosa. Y a alguno le ha parecido que era una buena noticia porque España ha de estar limpia de gentuza. Esto es lo que hay aunque al leerlo parezca atroz.

Se trataba de dos inmigrantes. Africanos ambos. Eran invisibles para el resto de los que proponen pelear contra la injusticia social desde su teléfono de última generación o desde un programa electoral que nadie lee y que no importa ni a los que lo votan. Nos importa muy poco lo que pase más allá de nosotros mismos. Esto es lo que hay y eso debemos asumir como parte de nuestra realidad.

¿Dónde hemos dejado nuestra moral? ¿Es posible construir un mundo en el que la dignidad de la persona se coloque por delante de lo demás? ¿Las personas que no tienen posibilidad alguna deben asumir su destino con la cabeza agachada o se justifica que hagan lo que sea para encontrar un futuro algo mejor?

Una sociedad como la nuestra está condenada a la desaparición. Todo falla cuando fallan las personas. Y no hay posibilidad alguna de avanzar si olvidamos que aquí estamos para cuidar unos de otros.

Si en España se está más pendiente de lo que ha pasado en el seno de un matrimonio de personas conocidas; de lo que pasa en una isla en la que se pasa hambre a cambio de cobrar una cantidad de dinero más que importante; o de si podemos sentarnos en un velador a tomar una cerveza con cinco o seis amigos; es que algo va verdaderamente mal.