Opinión

María Graciani

El efecto umbral

Personas mirando fotos

Personas mirando fotos / María Graciani

Estaba en el salón, a punto de sentarme a la mesa, cuando me dije: “se me olvida algo”, me dirigí hacia la cocina y una vez allí, me paré y pensé: “Espera, ¿yo para que había venido?”, me tomé un vaso de agua, para hacer tiempo por si me venía la inspiración pero nada... Regresé sobre mis pasos entre risas, no sin cierta preocupación: “¿estaría chocheando prematuramente?”, y a ti, ¿te ha pasado alguna vez algo parecido? pues para nuestra tranquilidad te diré que lo que has experimentado no es algo muy extraño, nos pasa a bastantes personas y se llama “efecto umbral”.

Nuestra memoria va de la mano del entorno, los recuerdos surgen con mayor facilidad cuando están ligados a su contexto por eso cuando cambiamos de escenario, de repente, “se nos olvida” que era aquello tan necesario que íbamos a hacer, ¡tiene su gracia! Es como si tu cabeza fuera un videojuego y en el momento en el que pasas de pantalla, te bloqueas, algo falla y a pesar de haber superado los niveles anteriores, cuando estás en uno nuevo, algunos recuerdos parecen decir “¡hasta luego!”, no te inquietes, no te estás transformando en abuelo simplemente que nuestra mente es un poco bromista, a veces hace que “no las cojamos al vuelo” pero... ¿Y el rato tan divertido que has pasado intentando averiguar qué te ha despistado?

El efecto umbral te demuestra que el desempeño de tu memoria está condicionado por el lugar donde te encuentras, ¡por eso lo cambia todo el hecho de abrir una puerta! Porque eso que ibas a hacer cobraba sentido teniendo en cuenta “donde estabas metido”.

Este curioso efecto, además de alimentar nuestra capacidad sorpresiva al entonar aquello de “y yo, ¿a por qué iba?”, también juega a nuestro favor cuando buscamos encontrarnos mejor, ¿o no te apetece ir a dar una vuelta cuando sientes que te va a explotar la cabeza?

Es muy sano que, de vez en cuando, te atrevas a brindarte y a brindar el genial regalo del desconectar... Tu mente, tu cuerpo y tu corazón te lo agradecerán. Ya sabes, ¡abre la puerta!