La vida del revés

El matón de Vox, Igea y la vergüenza política

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21 sep 2022 / 15:56 h - Actualizado: 21 sep 2022 / 16:08 h.
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Un político no puede insultar a otro bajo ninguna circunstancia. Eso era lo que pasaba antes de la Guerra Civil española. Claro, los políticos eran macarras en muchos casos, paletos con corbata en otros muchos y niñatos maleducados que creían que la testosterona era una diosa griega. El insulto no puede representar a nadie (y los diputados o procuradores representan a sus votantes); y si un insulto sí es recibido con aplausos y risas es que vivimos en una sociedad enferma y condenada a repetir la parte más oscura de su historia.

En España, con la llegada de la nueva política se ha producido un efecto devastador dentro de la clase política. Se mezclan, ahora, hombres y mujeres de carácter exquisito, tontos de capirote, mentes privilegiadas, personas que creen en la división y el conflicto como forma de hacer política y chulos de tercera que se enfrentan con personas cultas esgrimiendo la espada del insulto y la sandez. Entre los que creen que matar al patrón es un planazo y los señoritos que se creen salvadores de la patria, estamos arreglados.

Juan García-Gallardo (Vox) es vicepresidente del Gobierno de Castilla y León. Y es un fanfarrón, un tipo desasgradable que insulta a sus adversarios políticos como si sentarse en su escaño fuera lo mismo que hacerlo en la taberna de cualquier barrio. García-Gallardo convierte, con su sola presencia, las Cortes de Castilla y León en un lugar de segunda o de tercera categoría. Es un niñato maleducado, un pijo que lo ha tenido todo fácil y no sabe lo que significa el respeto por la persona. Ha llamado al procurador de C’s, Francisco Igea, ‘imbecil’. Y, por supuesto, ni ha pedido perdón ni ha retirado el insulto. Con actitud insolente, señalando amenazante con el dedo estirado, con cara de desprecio, como solo puede hablar alguien que cree estar por encima de los demás.

Que nadie se equivoque pensando que estas cosas nunca han pasado en España. Echen ustedes un vistazo a los libros de Historia y verán que algunas cosas que sucedieron en la política de antes de la guerra son bastante parecidas a las actuales. Los malotes, los chulos y los maleducados, siempre tuvieron escaño en España.

García-Gallardo no conoce el decoro, no sabe lo que representa el cargo que ocupa, no tiene vergüenza política y es una pena que el presidente Alfonso Fernández Mañueco no se cargue de dignidad y valor y mande a paseo al tal García-Gallardo.

Una cosa más. Si es usted uno de los que ríen estas gracias, uno de los que justifican estas cosas, debería pensar un poco en lo que está haciendo. Porque si usted muestra simpatía por cosas así lo que hace es alentar a que el insulto siga siendo el rey de la fiesta. Y luego será el puñetazo, y luego la pelea en las calles y, finalmente, el conflicto armado. Con la violencia, sea con forma de puñetazo o de insulto, ni un instante de debilidad.