Ese atrio...

la opinión de

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09 mar 2016 / 20:42 h - Actualizado: 09 mar 2016 / 20:42 h.
"Cofradías"

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En pocos días viviré, Dios mediante, una jornada de enorme felicidad. Recibiré el cariño de un grupo de hermanos que han estimado oportuno concederme ese título simbólico y sentimental de Macareno del año. Sigo pensando que sin méritos para ello, pero desde luego con una satisfacción enorme por sentirme tan querido, por haberme hecho un hueco en sus corazones... Y es que Ella, que como reza el azulejo del Arco es Tabernáculo de Dios y Puerta del Cielo, se vale de ese Atrio previo a su Casa para preparar y acoger las visitas, para facilitar el encuentro entre hermanos, para enseñarnos su eterno mensaje de Esperanza.

Los macarenos del atrio representan muy bien la quintaesencia macarena, la del viejo y popular barrio que es cuna de la Hermandad y de sus tres titulares, y que se abrió a Sevilla y al mundo entero por causa de la increíble belleza y la impresionante atracción devocional de la Santísima Virgen de la Esperanza. Los conozco y los quiero desde hace años, y por eso no me atreví a decirles que no. Porque mis únicos méritos son los de querer mucho a la hermandad y a nuestros Titulares. Y son Ellos los que te llaman a devoción y te eligen para siempre.

Ser macareno se lleva con alegría y con orgullo. Con esa alegría de Resurrección que preside la misma Estación de penitencia y los cultos solemnes. Con ese gozo, signo de nuestra identidad, de llevar siempre a la Virgen triunfalmente, apartándose de lutos rigurosos y de marchas excesivamente fúnebres. ¿No conocemos acaso el final feliz de la historia de la Pasión Redentora? Y el orgullo, sano orgullo macareno, no es otro que el saberse hijos de esa Estrella de la mañana que veneramos con pasión, y que en su presencia real en el Cielo sabemos que tiene exactamente su misma cara.

Van a ser unas horas hermosas que agradezco desde aquí de todo corazón y que compartirá desde arriba una madre macarena que me enseñó a tratar de ser buen cristiano y a poner toda mi confianza, y toda la razón de mi existir, en las manos benditas de nuestra Virgen de la Esperanza. ~