La selección española de fútbol masculino fue eliminada en los penaltis por Rusia en el Mundial 2018, por Italia en la Eurocopa 2020 y por Marruecos en el Mundial 2022. Pese a haberse quitado el complejo histórico de ser un país muy futbolero que no ganaba las grandes competiciones, 'la Roja' se empequeñece cuando toca ir cinco veces al punto fatídico. Repasen la secuencia y vean las caras de Sarabia, Soler y Busquets segundos antes de iniciar respectivamente su puesta en escena para lanzar a portería. Ninguno irradiaba el talante de “aquí estoy yo” o “a por ellos”.
Cualquier analista podía anticipar que si el duelo de octavos de final no se dilucidaba en 90 minutos, ni en los 30 de prórroga, la selección marroquí alcanzaba la coyuntura más favorable para sus intereses. Porque el sevillista Bono es mucho mejor guardameta parapenaltis que Unai Simón. Dicho y hecho. España dimitió ante Bono en Qatar. Incapaz de disparar a puerta en juego a campo abierto, con solo tres lanzamientos a portería en 132 minutos, descuentos incluidos. Y al borde del ridículo por no acertar a marcarle ni un penalti cuando toca atarse los machos y demostrar tanto fundamentos técnicos como carácter ganador.
Luis Enrique ha dilapidado sus cualidades como entrenador al descompensar la dosis de juventud que deseaba insuflarle a la selección. Ha hecho depender todas las opciones de victoria en Busquets y Pedri. Grandes jugadores que, conforme se han ido cansando y rutinizando, siendo el primero vetusto y el segundo bisoño, mantienen la virtud de controlar la posesión del balón pero inducen a una estrategia de juego fácilmente previsible por el equipo rival.
Rodri y Morata han sostenido a España durante la mayoría de los partidos. Son futbolistas de alto nivel y con experiencia. Pretender que esa jerarquía para sacarnos las castañas del fuego la tengan a la vez demasiadas promesas juntas (Ansu Fati, Balde, Nico Williams,...) es una apuesta muy temeraria.
En partidos a cara o cruz ante selecciones en alza como Japón y Marruecos, el rendimiento de la selección española ha estado muy por debajo de su potencial, que es el de la final de la UEFA Nations League, cuando Francia se impone por acciones individuales de estrellas como Mbappé y Benzema, que están en una dimensión claramente superior a la nuestra. Pudiendo disponer de 26 jugadores para alinear durante el Mundial (recuerden que antaño la FIFA permitía seleccionar a 23), lo lógico es que Luis Enrique, para tener más alternativas y combinaciones, hubiera contado con tres o cuatro peloteros más de los que están acostumbrados en infinidad de ocasiones a echarse a su equipo a la espalda y asumir la responsabilidad de remontar un resultado adverso, o desatascar un partido trabado, o amarrar una victoria por la mínima. Un ejemplo claro es el bético Canales. Pero al 'míster' asturiano le iba la marcha de ser el estratega más osado e intransigente del campeonato. Resultado: se ha pasado de listo. Y nos hemos quedado sin jugarnos los cuartos con Brasil o con Portugal, que es lo que nos correspondía.