Los medios y los días

España, ¿paraíso de la delincuencia?

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31 oct 2021 / 04:00 h - Actualizado: 31 oct 2021 / 04:00 h.
"Los medios y los días","Delincuencia"
  • Foto: EFE
    Foto: EFE

Hoy es Halloween pero en España acabamos de sufrir un Halloween real como la vida misma. No uno, sino varios, y no ahora sino desde hace ya demasiados años. Y esto va a más, lo sabemos, ¿a que sí? Va a más porque esta sociedad está desquiciada, ¿por qué está desquiciada? Porque hemos perdido el control sobre nosotros mismos y la sociedad que hemos creado supera a su creador, el monstruo devora a sus hacedores. Ah, ¿pero es que alguna vez en la Historia hemos tenido el control? ¿El libre albedrío? No, no, la libertad empieza cuando comenzamos a saber que no somos libres.

Pero dejémonos de filosofías, si me pongo en el papel de un observador de a pie, España parece un paraíso para la delincuencia en pequeña, en grande y en grandísima escala. La maraña de legislaciones y demasiadas interpretaciones por abogados y jueces van a favor del delincuente más que de los afectados. Para colmo, las cárceles no son un lugar de rehabilitación, eso lo sabemos desde siempre. Menudo laberinto el que sufrimos. Ahora bien, como hablamos de delincuencia y de justicia, vayamos a los hechos. Un hecho: se aprueban leyes para el bien común, se supone. Otro hecho: esas leyes se incumplen. Una sospecha: los que las incumplen no suelen pagar caro sus delitos, desde lo micro hasta lo macro.

Lo micro y lo menos micro: se puede beber en la calle, ensuciarla, guarrearla, y no pasa nada. Se puede destrozar el patrimonio histórico y artístico que está a la vista de todos y no pasa nada. Se puede uno pasear por ahí sin vacuna y no pasa nada. Nada quiero decir en comparación con lo que tendría que pasar para que el bien común triunfara. Una patada a un policía supone una multita y un acto policial desproporcionado queda envuelto, como tantos otros acontecimientos, en un barullo de tiempo y leguleyos.

Subimos un peldaño. Puede uno sufrir la okupación de su casa y encima alfombra roja a los asaltantes, puede uno defenderse de un ataque en la calle o en su propio hogar y encima hay que correr a buscarse un buen abogado defensor porque el malo es el bueno y el bueno es el malo, dándole la vuelta a los cánones de convivencia que nos hemos otorgado y sin entrar ahora en las causas de la pobreza porque me parece a mí que, con tanto “amor” interesado a los ese cajón de sastre llamado los vulnerables, los vulnerables se están convirtiendo en invulnerables y tampoco es cuestión de que los vulnerables sean ahora los que simplemente intentan llevar una vida lo más honrada y decente posible, esto es, lo que llamamos el ciudadano medio.

Aquí le pegaron una bofetada a un empresario en plena calle y con una multita de nada va que chuta; le pegaron una bofetada a un presidente de gobierno también delante de todo el mundo y casi tiene que dar las gracias o poner la otra mejilla; les pegan a dos profesoras en un colegio, cien personas se manifiestan contra la agresión y a otra cosa, mariposa, riña y multita, las profesoras no son aún autoridades. Si una serie de personas inmigrantes ilegales o de alguna etnia concreta comete delitos se le aplica de inmediato no sólo la presunción de inocencia sino la permisividad del buenismo, la sombra de Hitler es alargada y nos tratan como a unos idiotas a los que hay que educar en la supuesta solidaridad para que no nos dé por protagonizar actos racistas y xenófobos, para que no nos volvamos nazis. De nuevo el bueno es el malo y el malo es el bueno.

Aquí roban al ciudadano políticos del PP y del PSOE, los condenan y cuando uno se da la vuelta creyendo que se ha hecho justicia ve a los culpables en la calle, medio en la calle o a punto de salir a la calle. Eso cuando al cabo de multitud de tiempo entran en la cárcel porque las legislaciones posibilitan marear la perdiz hasta extremos deprimentes, de lo cual no se beneficia el que roba un huevo de gallina. Aquí un banquero o un rey emérito se aprovechan de su poder, vulneran el fisco gravísimamente, reparan el daño con millones y se acabó el asunto. Algunos se quejan de que el pueblo español lo aguanta todo. No, es que puede que haya aguantado demasiado y quiera tirar la toalla porque todo tiene un límite para la gente común, no se le pueden exigir heroicidades a todo el mundo y menos si no hay nadie a la cabeza para organizar un movimiento a favor de la decencia.

Aquí unos tipos se creen que iban a vencer a todo un estado y llegar a la independencia marxista-leninista estilo Argelia, a base de bombazos y tiros en la nuca, se consideran de izquierdas, matan hasta a socialistas y ahora los mismos socialistas les dan facilidades para que sus penas de cárcel sean más livianas.

La lista es interminable pero el remate de Halloween lo hemos tenido en esas personas, una que ha matado a un niño de 9 años y otra que ha matado y descuartizado a su pareja, ambas presuntamente, ¿les parece poco Halloween? Y no es el primer descuartizamiento de una mujer, hemos tenido no hace mucho otro bien cerca de Sevilla. Ya hasta entran en universidades con escopetas, el humano imitando lo peor del país de la libertad, como el mono que es. Abascal enseña la foto de una mujer maltratada pero como es una mujer fascista no pasa nada tampoco, tires por donde tires ves basura y, sin embargo, parece como si alguien nos quisiera mostrar un país regado con perfume de Christian Dior, la versión V de Chanel o esos anuncios cursis de Paco Raban en inglés y francés.

Me dejo atrás las ilegalidades legales que son, por ejemplo, todas las injurias que he oído bajo un lugar tan democráticamente sagrado como son Las Cortes de Madrid. ¿Cómo van a extrañar las actitudes violentas de los jóvenes, bombardeados adicionalmente con series y películas que muestran que todo se arregla a guantazos y tiros? Me dejo atrás la explotación a que son sometidas millones de personas en empresas, con salarios de miseria, me dejo atrás tantas cosas que quiero ya terminar este artículo antes de que me entren ganas de vomitar. Al lado de todo lo anterior, Halloween es una guardería de bebés.