Cofradías

Espinas de Juan de Mesa

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15 feb 2020 / 10:40 h - Actualizado: 15 feb 2020 / 10:43 h.
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La obra de Juan de Mesa destila un tormento interior, la pasión de un creador que se sabe enfermo y no va a tener demasiado tiempo para poner en pie todo el universo creativo que ronda su cabeza. Posiblemente, parte de la honda desazón que atenaza al artista cordobés podría encontrarse en la imposibilidad del matrimonio formado con María de Flores para tener hijos. La Sacramental de San Martín daba culto a una reliquia de la Santa Espina –hoy en poder de la cofradía del Valle, que la procesiona en su cortejo nazareno- a la que se enconmendaban las mujeres de la época que no podían tener hijos.

El imaginero había establecido su domicilio y taller a muy pocos metros del templo de San Martín. No es de extrañar que María, su mujer, acudiera a la iglesia para suplicar la venida de ese hijo tan esperado –ilusión de un matrimonio joven- que nunca llegaría a la casa de Pasaderas de la Europa, entre la Alameda de Hércules y la iglesia de San Martín.

Juan de Mesa también convierte sus nazarenos y crucificados en una auténtica oración –más que en una marca de autor- para implorar que su mujer quedara encinta. La espina que lacera la oreja del Señor del Gran Poder o atraviesa las cejas de sus crucificados es la misma que aguijonea de dolor a este creador que vuelca en su obra, en la febril actividad que acomete durante su corta carrera, toda esa tormenta personal que le invade. Al concluir la que iba a ser su última obra, el portentoso grupo escultórico de las Angustias, Mesa puso en manos de esta Piedad cordobesa una espina de la corona de Cristo. Ya estaba herido de muerte...