La vida del revés

Estados Unidos se desangra por los cimientos

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25 may 2022 / 13:10 h - Actualizado: 25 may 2022 / 13:24 h.
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  • Fotografía: EFE
    Fotografía: EFE

Se contabilizan, hoy, 212 tiroteos masivos (27 en colegios) en lo que va de año en territorio de los Estados Unidos de América. Es decir, se han producido tiroteos con más de 4 víctimas, en cada un de ellos, a un ritmo de más de uno diario. El dato se explica solo.

En los Estados Unidos de América existen 120 armas en circulación por cada 100 habitantes. Esa circulación está poco y mal regulada. Otro dato que se explica solo.

Se vuelve a repetir una tragedia intolerable que deja a la sociedad estadounidense tocada y de luto, agrietada en sus cimientos. Antes fueron las de Columbine, Parkland y Sandy Hook, por ejemplo. Un reguero de muerte, de violencia, de fracasos, de vidas rotas para siempre.

Salvador Ramos, un estudiante de 18 años y nacionalidad estadounidense, compró armas el día de su cumpleaños. Más tarde, disparó a su abuela antes de conducir hasta el centro educativo Robb (Uvalde, Texas) para acabar con la vida de 19 niños de entre 7 y 10 años, y a 2 maestras que trataban de defender a sus alumnos. Fue abatido por agentes de policía que llegaron, poco después, a la escuela. Salvador Ramos era un joven que cuadraba bastante con el perfil habitual de los que cometen este tipo de atrocidades en los Estados Unidos de América: hombre, entre 20 y 50 años, que compra armas legales y munición legal que termina rectificando; hombres con vidas complicadas en el ámbito del hogar, retraídos.

En los Estados Unidos de América están condenados a sufrir este tipo de tragedias. No son capaces de terminar con una circulación legal de armas que mueve unas cantidades astronómicas. El dinero está por encima de la vida humana en gran parte del planeta y esto es una realidad que suena fatal aunque no puede negarse por ser evidente. ¿No lo cree usted? Piense en la cantidad de dinero que están gastando los gobiernos occidentales para enviar armas a Ucrania. Eso no sale de una máquina, eso se quita de otro lado, y ese lado es la pobreza y la cooperación internacional. En África hay casi ciento setenta millones de personas (hoy, ahora mismo) que pueden morir de hambre durante lo que queda de año. Y desde Europa enviando armas a Ucrania sin rechistar, obedeciendo las órdenes que llegan de Estados Unidos; y en Europa poniéndonos de perfil. El dinero está muy por encima de la vida humana. Y las armas mueven cantidades disparatadas, improbables y vergonzosas.

En cualquier caso, al margen de todo esto, no puedo dejar de pensar en las criaturas que han muerto en Uvalde, en el miedo que han pasado; pienso en esas dos mujeres aterradas sabiendo que un sujeto les iba a arrancar de cuajo la vida. Pienso en los padres y madres que no volverán a ver a sus pequeños; en los hijos y maridos de las maestras. Perder un hijo es perderlo todo; perder a la mujer que amas es perderlo todo. Me produce una enorme e intensa tristeza.

El uso de armas descontrolado solo puede ser un nido de violencia, de muerte y de calamidades. Y en Estados Unidos de América deben hacer algo para parar esto de una vez por todas.