Pasa la vida

Europa, paga en 2021 el tren que escamoteo a Algeciras desde 1919

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
27 ene 2021 / 07:58 h - Actualizado: 27 ene 2021 / 07:59 h.
"Pasa la vida"
  • Europa, paga en 2021 el tren que escamoteo a Algeciras desde 1919

Les llaman Next Generation y también son reclamados para reivindicaciones desatendidas de la generación de nuestros bisabuelos. En España es hartible el catálogo de asignaturas pendientes desde los tiempos de Maricastaña que ahora urge adosar al paquete de proyectos prioritarios a enviar por el Gobierno a la Unión Europea para recibir cuantiosos fondos con el objetivo de modernizar y relanzar la economía mientras se supera con vacunas la pandemia covid. Por antigüedad, se lleva la palma remediar al fin la pésima conexión ferroviaria del Puerto de Algeciras con los ejes del transporte de mercancías a través de España y en comunicación con Francia y demás países centroeuropeos. Un atraso y un agravio con solera: el 21 de enero de 1919 ya se aprobó en el Parlamento español que el Estado realizara esa infraestructura de interés general para toda la nación. 102 años después, en Bruselas se exhortará a que el gabinete comunitario de Ursula von der Leyen ponga rápida rúbrica y fulgurante transferencia de dinero para empezar a resolver lo que España no ha querido realizar ni en dictadura ni en democracia.

Lamentable sinsentido convertido en tradición: el puerto comercial español más estratégico, el mejor situado geográficamente para formar parte de las rutas intercontinentales, y que por volumen de tráfico de mercancías es el primero de todo el Mediterráneo y el cuarto de toda Europa (solo por detrás de Rotterdam, Hamburgo y Amberes), padece una tremenda rémora en su potencia como nodo de desarrollo económico por la pertinaz demora de la transformación a doble vía, y bien equipado, del tramo ferroviario entre Algeciras y Bobadilla, junto a Antequera. Los 176 kilómetros de equipamiento anacrónico donde se obtura su competitividad. Tiene bemoles que en la España de Alfonso XIII gobernada por el caciquil Conde de Romanones se viera con claridad la importancia para la nación de vertebrar un corredor ferroviario entre el Puerto de Algeciras, Madrid, Zaragoza y Francia, pero un siglo después, en la época del globalizado comercio online a través de enormes buques portacontenedores, y en la época de los trenes de alta velocidad atravesando serranías, padecemos el recurrente ninguneo a la eficiente movilidad terrestre desde o hacia un enclave portuario que es central, pero al que los derroteros de la política española han ninguneado como periférico y secundario.

Acierta Algeciras al bautizar como Ramal Central la plataforma de instituciones y grupos empresariales que ha sumado a la causa para que al fin, con los fondos Next Generation, se haga realidad una infraestructura mil y una veces prometida. Es tan central que en 2013 la Unión Europea le dio el rango de prioritaria y estratégica en su diseño de la Red Transeuropea de Transportes para el Horizonte 2020. Normal, cualquier experto entiende que el Puerto de Algeciras es decisivo tanto para el corredor atlántico como para el mediterráneo. Pero los sucesivos gobiernos españoles han mirado para otro lado. Ni siquiera han aprovechado la encomienda de la Comisión Europea y su interés por colaborar. Han preferido dedicar su atención a cortejar y privilegiar los intereses enarbolados por nacionalistas catalanes o vascos. Y Andalucía es una comparsa política y social que no sabe hacer bandera de un factor incuestionable: en el mapamundi del comercio, España no es vista como un territorio que empieza en los Pirineos, sino que comienza en el Puerto de Algeciras, en cuyos muelles circulan al año más de 100 millones de toneladas de mercancías. El sur es el norte. Pero se le escamotea la capitalidad en este ámbito, al contrario que ha sucedido con toda normalidad para fortalecer al madrileño Aeropuerto de Barajas como la mayor plataforma internacional e intercontinental de transporte aéreo.

Qué tiempos estos en los que hay que luchar por lo evidente.