Si algo es evidente es que el Reino Unido pierde fuerza en el panorama internacional y deja de ser tan importante como ha sido durante siglos. Esto sucede cada día.
El Brexit; algo que ya podemos considerar como la mayor majadería política de la historia reciente; está haciendo estragos descomunales. De momento, la primera ministra británica ha dejado el cargo para que lo ocupe una lechuga iceberg. Y no parece que la hortaliza esté especialmente preparada para sacar las castañas del fuego al pueblo británico. Liz Truss ha conseguido, en mes y medio, que afloren todas las miserias de un país que se dejó arrastrar por una derecha mentirosa y populista. Ahora, ya sabemos cuáles eran los efectos ocultos del Brexit. Aunque la cosa puede empeorar y mucho.
Analizando la situación, podemos concluir que una lechuga al mando del Reino Unido, Pedro Sánchez sentado en el Palacio de la Moncloa, Putin repartiendo drones iraníes por toda Ucrania, Joe Biden acariciando un gatito mientras mira la televisión y Puigdemont viviendo del cuento en Waterloo, pueden hacer que el presidente español aproveche para reclamar Gibraltar.
De ser así, la lógica que domina la política mundial y patria se vería reforzada, es decir, la idiotez se impondría de forma rotunda y para siempre.
Seguramente Sánchez haya pensado que hay que aprovechar los momentos propicios y, claro, qué mejor instante que el que deja la imagen de una lechuga, con los ojos abiertos, metida en la nevera.