Gracias, CRECÍ

Todas estas cosas iban condensadas en ese «Gracias» que dediqué al viejo 2017 mirándole a los ojos y ¿tú qué le dijiste? piensa que ha vuelto por un momento para escucharte

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06 ene 2018 / 22:01 h - Actualizado: 06 ene 2018 / 22:02 h.
  • Gracias, CRECÍ

Miré al viejo 2017 a la cara y, en su última noche, le susurré: «Gracias, CRECÍ». Mi convivencia con él no ha sido fácil, es más, ha habido momentos duros, tristes, desagradables (el fallecimiento prematuro de mi madre ha sido la cicatriz perpetua que me ha dejado este año)... También ha habido momentos bonitos, de alegría, de satisfacción (la publicación de mi 6º libro, el conocimiento de gente maravillosa: Manuel, Carmen, Inma, Mercedes, Monti, Claudia... empezar a formar parte de la familia de El Correo de Andalucía...). Por eso escogí muy bien mis dos palabras de despedida: «Gracias, CRECÍ».

Gracias: Sí, a pesar de todo, me siento agradecida. El agradecimiento es un sentimiento que nos hace estimar lo recibido y a corresponder a ello de alguna manera. Doy gracias por estar viva y tener la oportunidad de aportar valor a la vida de la gente que conozco y a la mía propia; doy gracias por todo lo vivido, lo bueno, lo malo, lo regular... porque de TODO he aprendido algo; doy gracias por mi padre, un luchador, un héroe, un ejemplo. ¡Papá, somos el mejor equipo del mundo!; doy gracias por Burque y Toby, nuestras entrañables mascotas, que con su cariño, juegos y ocurrencias llenan nuestro día a día; doy gracias por todas las personas que creen, que confían en mí, que me quieren y apoyan (amigos, familiares, lectores...) ¡sois el mejor incentivo para mí superación personal!; doy gracias por mis habilidades (mi capacidad para comunicar, mi forma de conectar con las personas, mi manera de emocionar) pues todo ello da sentido a mi vida y me hace sentir útil y valiosa; doy gracias por las situaciones que me han puesto al límite, mental y emocionalmente, porque eso me ha hecho descubrir que soy más fuerte de lo que creía... Todas estas cosas iban condensadas en ese «Gracias» que dediqué al viejo 2017 mirándole a los ojos y ¿tú qué le dijiste? piensa que ha vuelto por un momento para escucharte. Piensa en lo mejor y en lo peor de tu año, te aseguro que encontrarás razones por las que sentirte agradecido, ¡expresa ese agradecimiento! te harás un inmenso favor porque eso te ayudará a recibir al novato 2018 lleno de paz y de tranquilidad. ¿Conoces la expresión «tabula rasa»? se aplica para señalar que estás libres de cuestiones anteriores, así que cuando el recién llegado 2018 te salude, dile «¡tabula rasa!», él entenderá que empiezas de cero y si te pregunta por la maleta que llevas, puedes responderle relajadamente: «tranquilo, es ligera, sólo llevo aprendizaje».

CRECÍ: Sin duda, lo hice. CRECÍ fue la otra perla de despedida que le dediqué al 2017 y no sólo porque experimentase crecimiento en muchos sentidos sino porque a base de ponerme a prueba con diversos acontecimientos y personas –que, desde luego, yo no había elegido–, descubrí que soy capaz de CREar mis CIrcunstancias: ¡es ahí donde radica la fuente del verdadero crecimiento! En cómo decidimos afrontar aquello que nos viene, en la capacidad de seleccionar con qué actitud nos vestimos cada día... Por más que se compliquen las cosas, siempre hallaremos una última parcela de libertad en nuestra capacidad de escoger nuestro comportamiento, como decía Viktor Frankl: «Entre acción y reacción siempre hay un esperanzador hueco: la capacidad de elección». ¡Asómate por ese «esperanzador hueco»! y recuerda que no eres un muñeco en manos de las circunstancias...

Los regalos del 2017

Un REGALO es algo que se da generosamente, sin esperar nada a cambio. Antes de irse, el viejo 2017 me dejó tres regalos para que lo recordase. No eran unos regalos al uso, sino que se trataba de tres REGALOS especiales porque eran los REpresentantes de mis GAnas de LOgroS: fortaleza, superación, crecimiento.

Fortaleza: Muchas veces durante este pasado 2017 puse en práctica el CRECÍ y de tanto utilizarlo, desarrollé una renovada fortaleza. Cuando te acostumbras a CREar tus CIrcunstancias, estás nutriendo tu capacidad de resistir y de seguir adelante ¡con más impacto que Aníbal y sus elefantes! La fortaleza también denota flexibilidad y adaptación: una goma resiste si la tiras de ella o la pisas; un cristal, no. La fortaleza no tiene nada que ver con ir de duro por la vida (conozco a personas que «van de duras» y al primer envite... se derriten), las personas sensibles suelen ser las que demuestran mayor fortaleza: empatizan mejor con las personas, saben leer con acierto las circunstancias y suelen ser más creativas (para encontrar soluciones, hace falta ser creativo). Los que van de tipos duros son los que suelen verse en más de un apuro –aunque les cueste admitirlo–.

Superación: El segundo regalo del 2017 fue la superación. Tomando como hábito la capacidad de resistir, de tanto vencer dificultades ¡acabas nutriendo tus bondades! y aprendes a ver las adversidades como oportunidades, en esto consiste la superación: crear una mejor versión de ti mismo, yendo más allá de tus límites y teniendo la destreza de sortear el abismo del conformismo. Clarísimamente: quien se supera, ¡prospera! No vivas tu vida en «modo espera», mejor nútrete con iniciativa e ilusión verdaderas.

Crecimiento: Cuando resistes y vas más allá de lindes de la costumbre, consigues que un nuevo yo te alumbre. La fortaleza y la superación te llevan a aumentar tu valor intrínseco, el personal, el humano, el de la sabiduría, las experiencias, el aprendizaje... ¡el que sólo se alimenta con coraje! Para crecer hay que ser valiente, porque el crecimiento interior tiene su correlato en el crecimiento exterior, por ejemplo: si creces como persona, aumenta tu calidad de vida, crecerá tus círculo de amistades, mejorarás tus relaciones profesionales, entenderás mejor a tu familia... es decir, ganas en visibilidad exterior, estarás como más expuesto al ser más visible... El mensaje del crecimiento no es: «¡soy invencible!», sino más bien «soy vulnerable y humano» y crezco desde esa vulnerabilidad y humanidad que también reconozco en los demás, ¡eso es lo que nos lleva a conectar y generar confianza!

¡Qué buenos REGALOS: fortaleza, superación, crecimiento! Hacen que me sienta dueña de mi momento y grite con convencimiento: «¡Gracias, CRECÍ!».